LOS GRAJOS DEL OTOÑO
Y de repente llegan desde sus paraderos invisibles,
los parloteadotes grajos del otoño vienen volando en grandes
bandadas
como amenazadoras nubes negras dejan tras sí un cielo recién
arado y claro.
Se posan en las copas de los árboles del parque en el mismo
instante
en que el atardecer predica el silencio y el sueño recobra
vida, se extienden igual que las hojas negras sobre las
ramas
de los árboles y continúan chachareando, chachareando con
inconsciente
petulancia hasta avanzada la noche.
Los graznidos sin
alegría de los grajos llenan la oscuridad
con clamoroso vacío y de honda melancolía a mi alma.
La noche se hace insomne, se retuerce en desnudo dolor
igual que un ojo desorbitado que en vano busca su párpado.
Hasta que el amanecer no se haya peinado a través de la
oscuridad
de la noche, el dolor no me abandona y me duermo finalmente
con la luz del sol en mi regazo.
De Maria Wine Antología (1977. Barcelona: Plaza & Janés S.A.
Editores. Selecciones de Poesía Universal. Versión de Justo Jorge Padrón)
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