Un perro marrón con collar
sube al vagón del tren donde sentado
leyendo estoy
y me distrae
y surge una preocupación severa
desde un recóndito lugar
de mi lírico yo
y los asientos del vagón del tren
huelen muy mal, para colmo
y miro fijo el collar encadenado
sobre el cuello:
tiene una chapa lujosa de color
dorado
avisando que este perro marrón
se llama Can.
Hay niños y madres llorando sin
consuelo este extravío.
Papás, abuelas, tías, personal
doméstico y de maestranza
empezaron a motorizar
folletos con foto y promesa salada
de recompensa
para que merme la pena infinita.
Mientras tanto, el perro marrón con
collar
mueve sin parar su cola
pasea de un lado a otro del vagón y muy
contento,
sonríe como si le estuvieran sacando
una foto
en el corazón de un parque de
atracciones.
Su humilde y novato espíritu
aventurero
me inquieta un poco e
impulsivamente alzo la voz:
¡C’mon, Can, C’mon!
¡Can, Can, Come!
¡C’mon!
¿Qué
te parece este secreto?
Cada
vez que los niños y las mujeres lloran
todos
somos culpables.
Para
Bambalina, Morcilla y Vespa che pazione! estén donde
estén.
http://nicolasdominguezbedini.blogspot.com.ar/2014/07/se-imprime-8cho-y-och8-proyecto-de.html
http://nicolasdominguezbedini.blogspot.com.ar/2014/02/ya-esta-publicado-culpa-el-sexto.html
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