EL BELLO PENSAMIENTO
Tenía un bello pensamiento, y lo he perdido.
Uno de esos pensamientos que entre el sueño
y la vigilia consuelan la casta
adolescencia; y luego muy rara vez
retornan a nosotros.
Yo perseguía mi pensamiento como
se persigue a una bella criatura,
que nos conduce donde le place; y hete aquí:
pierdes para siempre su donosura
a la vuelta de la esquina.
Una voz profana, una inoportuna
llamada el bello pensamiento en fuga han puesto.
Ahora lo busco en ciegos laberintos
infernales, y sé que no puede estar lejos,
pero que esperarlo es vano.
EL POETA
El poeta tiene sus jornadas
contadas,
como todos los hombres; ¡pero cuán,
cuán variadas!
Las horas del día y las cuatro estaciones,
un poco menos de sol o de más viento,
son la distracción y el acompañamiento
siempre distinto para sus pasiones
siempre las mismas; y el tiempo que hace
cuando se levanta es el gran acontecimiento
del día, su júbilo apenas despierto.
Por encima de cualquier otro aspecto lo regocija éste
de las adversas luces, las bellas jornadas
animadas
como la multitud en una larga historia,
donde azul y tempestad tampoco dura,
y se alternan cosechas de desventura
y de victoria.
Con un rojo de atardecer retorna,
y con las nubes cambia de color
su felicidad,
si no cambia su corazón.
El poeta tiene sus jornadas
contadas,
como todos los hombres: ¡pero cuán,
cuan dichosas!
De Umberto Saba Casa y campo – Trieste y una mujer (2003. Barcelona: La Poesía, señor hidalgo,. Traducción de Carlos Vitale.)
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