domingo, 31 de mayo de 2020

TARDECITA DE DOMINGO, un poema de Celedonio Esteban Flores (Buenos Aires, 1896 - 1947)…:





           TARDECITA DE DOMINGO

Tardecita tranquila del buen suburbio:
el sol, ya casi esgunfio, se va muriendo,
el cielo se obscurece, se pone turbio…
La gris melancolía te va envolviendo.

Tardecita tranquila, mi musa rante
te canta sensibleras mistonguerías,
¡si en tu enorme tristeza desesperante
se encajó la carroza de mi armonía!

Tus bacanes, tus minas, tus bandoneones,
las milongas que surgen de tus guitarras,
tus bailongos fuleros, tus tentaciones
que se prenden del alma como con garras.

El organito rante destartalado,
que es el carro fulero de tu armonía,
no conoce poema más bien rimado
que tus tardes repletas de poesía.

Tus minas por la acera pasan sonrientes
entre filas de mozos que piropean;
por el querer de alguna, rabiosamente,
al cruzarse, los ojos relampaguean.

Tus muchachos, obreros endomingados
lucen en las aceras pilchas diqueras;
en la esquina, en patotas, otros, parados,
aguardan la pasada de sus taqueras.

Por eso, cuando llegas, tarde tranquila,
el suburbio a una nueva vida despierta;
tiene más luz y brillo cada pupila
y hay una flor de barrio en cada puerta…

                                                           Celedonio Esteban Flores
                                                           Chapaleando barro, 1929

De Poesía Lunfarda Del burdel al parnaso/ Antología (2010. Buenos Aires: Corregidor. Compilación y prólogo José Gobello.)



martes, 26 de mayo de 2020

PROPUESTA A LAS COMPUTADORAS DE TODO EL MUNDO, un poema de Baruir Sevag (Zangakatun, Armenia 1924- 1971), poeta, traductor y crítico literario armenio en versión de Vartán Matiossián (Montevideo, 1964):




PROPUESTA A LAS COMPUTADORAS
DE TODO EL MUNDO


¡Cálculos y más cálculos!
Vamos, calculad
en qué frecuencia, en cuántos minutos
y cuántos gramos de sangre fluyen
desde el corazón de la muchacha
hacia sus pudorosas mejillas,
originando ese termonuclear estallido
que hasta hoy, ingenuamente, hemos llamado rubor.
¿Qué torrente de rayos cósmicos traspone
nuestros ojos, cual espacio sideral,
cuando súbitamente entran en contacto con otros ojos?
Y esta radiación mutua,
es perjudicial para nuestro corazón,
o beneficiosa?

¡Cálculos y más cálculos!
Vamos, calculad
cuantos kilovatios de corriente hemos brindado
con las palmas de nuestras manos
a los suaves cabellos y manecitas de los bebés,
al esbelto talle de nuestra amada,
a los encorvados hombros de nuestros abuelos.
¿Cuánto más o menos hemos recibido
de lo que hemos dado?

¡Calculad, os ruego, calculad también
cuántas mujeres ha mirado, con deseo,
cada uno de nosotros durante su vida!
¿Cuántas, con puro arrobamiento?
¿Cuántas, sólo con dulzura fraternal?...
Señalad también los lugares donde viven
aquellas mujeres
que profundamente nos podían amar,
mas con las cuales no nos hemos encontrado.
Y decid el número de niños
que podíamos tener en nuestra vida,
pero no tuvimos ni tendremos.
Y el número de niños
que iban a ser nuestros, en apariencia,
pero no los fueron…

¡Y aún más cálculos, más y más!

Aún no sabemos, siquiera,
de qué se ríe el hombre.
¡Sólo el hombre,
y ningún otro ser viviente!
Expresad vosotros el número
de frecuencia de nuestra risa,
mostradnos su color diverso
y explicadnos la diferencia
entre risa y carcajada…

Con ese poderoso cerebro electrónico
y esa radiante, ciclópea pupila
inmóvil,
analizad la nostalgia,
computad ese humo invisible
que se desprende de esa nostalgia
y se dirige,
¿ dónde se dirige?...
¡Y aún más cálculos, más y más!

Señalad ahora esa fecha,
al menos ese próximo año,
en el que, finalmente, las naciones heridas,
se restablecerán y revivirán,
y las naciones hirientes recibirán
la represalia justa e inevitable.
Muchas, desde hace cuántos siglos,
perdida la fe en el implacable Dios,
continúan esperando.
¡Continúan esperando!
¡Vosotros, nuevos dioses de los nuevos tiempos,
al menos vosotros no seáis falsos!...
Calculad el número
de aquellos puentes que unen países,
sobre los cuales
hubiéramos deseado pasar nosotros,
pero aún no hemos pasado
¡y no pasaremos!...

Mostrad el número
de los sueños y ensoñaciones
que en el mundo así denominan
por la simple razón
¡de que no se cumplen!...

Indicad el número de sospechas
que frecuentemente hemos madurado
y, más frecuentemente, a poco hemos marchitado.

Señalad la recta del desencanto,
y confiemos en que no tenga,
al menos, la forma del rayo…

Y también la recta de la desilusión.
¡Ay si forma paralela con nuestra vida,
ya que las paralelas, creo,
no se cortan entre sí!...

Y computad el número
de nuestras incontables horas,
que en duros y fáciles momentos fueron perdidas
en ignotos turnos y corridas
y en la lectura de aquellos políglotos diarios
desde cuyos negros, flamígeros titulares,
todas las mañanas
el ojo negro del cañón contempla nuestros ojos,
los submarinos hunden en el alma nuestros deseos,
y los artefactos de hidrógeno desean,
de la purpúrea sangre de nuestras venas,
crear agua blanca…

Tras todo esto calcularéis
tras fisionar cuántas toneladas de átomo
es posible dividir el núcleo de esta Tierra.
Calcularéis
tras parir
que tipo de armas
la madre perderá la facultad de tener hijos.
Si dijérais todo esto,
no es necesario que expreséis también
el peso de la incredulidad.
Sólo os quedaría develar
por qué milagro
bajo esa carga de incredulidad
no estamos enterrados hasta el cuello,
cual agudas estacas…

Decid, también, amistosamente,
¿ en cuántos años vendrá al mundo
ese niño, creación de Andersen,
de quien sabrán los reyes
que están desnudos?

Por favor, agregad:
sabiendo eso, ¿acaso los reyes
ocultan su desnudez
o continúan desnudos y
a quienes desean lo contrario
o a los avergonzados, simplemente,
obligan a vivir con los ojos vendados?...

Y decid además
si la sordera de Beethoven
no tiene acaso relación alguna
con esas tremendas explosiones
que se suceden en el mundo
y sobre el mundo.
Y si la tiene, aclamad por favor:
ahora el mundo es feliz
con sinnúmeros Beethoven
¿ o, simplemente, estamos aumentando
el número de sordos?

Calculad también, por último:
¿ de qué forma,
con la ayuda de qué máquina
es posible mantener al hombre como tal
o
convertir al hombre
en tal?...



De Empresa Poética (1985. Buenos Aires: Empresa Poética para la Investigación y Difusión de la Poesía. Año 2- Número 3- Julio-Diciembre 1985.) 



domingo, 24 de mayo de 2020

Bill Fay - Filled With Wonder Once Again (Official Video)

DOMINGO EN LA ISLA DE ELEFANTA, un poema de Octavio Paz (Ciudad de México, 1914-1998):





DOMINGO EN LA ISLA DE ELEFANTA

                           INVOCACIÓN

SHIVA y Parvati:
                             los adoramos
no como a dioses,
                             como a imágenes
de la divinidad de los hombres.
Ustedes son lo que el hombre hace y no es,
lo que el hombre ha de ser
cuando pague la condena del quehacer.
Shiva:
           tus cuatro brazos son cuatro ríos,
cuatro surtidores.
                            Todo tu ser es una fuente
y en ella se baña la linda Parvati,
en ella se mece como una barca graciosa.
El mar palpita bajo el sol:
son los gruesos labios de Shiva que sonríe;
el mar es una larga llamarada:
son los pasos de Parvati sobre las aguas.
Shiva y Parvati:
                         la mujer que es mi mujer
y yo,
        nada les pedimos, nada
que sea del otro mundo:
                                       sólo
la luz sobre el mar,
la luz descalza sobre el mar y la tierra dormidos.


De Octavio Paz El fuego de cada día (1989. Barcelona: Editorial Seix Barral S.A. Biblioteca Breve. Selección, prólogo y notas del autor.)



Yo Siempre Regreso a los Pezones y al Punto 7 del Tractatus

Cinco poemas de Agustín Fernández Mallo (La Coruña, 1967)…:

















Al  fondo del recipiente del tiempo hay una costra [siempre] de domingo, huele al óxido de los cuchillos lanzados al mar [diana sin centro], y al de la tierra. Hace tiempo que agoté el recipiente, sorbo a sorbo me ayudó a tragar tus besos, y ahora sólo que da allí abajo este continuo domingo, con su silencio mineral, sus bares cerrados, su anestesia, sólo isla, sólo hotel, sólo piedras. Me siento en la escollera y supongo que el principio y fin del mundo fue y será esto, una especie de domingo. Acudo a los lugares que fueron nuestros, algo parecido a una fe o superstición me impide destruirlos, dice que con tal de mirarlos, cada día un poco, se irán desvaneciendo, mansamente, bordeando la pregunta directa, la roca desde la que te lanzabas desnuda para romper la piel del agua, de ese mar que, alguna vez lo he dicho, eras tú [diana sin centro]. Sé que el tiempo es mortal, me digo, porque lo ha inventado el hombre, que es mortal, y mientras aguardo ese destino las horas nacen peculiares, convergentes, presagiando asuntos importantes y delicados que no llegan, no acumulan pronósticos errados, resultado de haberlo calculado todo, porque lo hermoso no se calcula, me digo [es incalculable], se pisa una sola vez y ya se gasta, aunque, eso sí, no se olvide, nunca.

De Yo siempre regreso a los pezones y al punto 7 del Tractatus (1999-2000)




y cuatro poemas de Joan Fontaine Odisea [Mi Deconstrucción] (2001-2002)


33
Cuando en domingo amanece y quiere llover
             [las agujas de la catedral y revueltos los pájaros]
y sales con el abrigo Miss Sixty ¾,
luz de cruce CHANEL N. ° 19, la camiseta con
La Mode (82-84) estampada, peinado Replicante
a por la prensa y el pan y eliges
un nuevo itinerario, piensas:
 1)la vulnerabilidad de un organismo es directamente proporcional a su complejidad
   2)las fiestas se dan sobre todo para aquellos a los que no se invita [Étienne de Beaumont]
    3)desde el 11-09-2001 la Tierra es un poco más chatarra
    4)decir autorretrato es una redundancia: todo retrato es auto

aunque todos conduzcan a lo mismo, cada camino
es la trampa que nos tiende lo inalcanzable mientras
el futuro
            [revueltos los pájaros]
duerme.


45.1
el patio de mi casa no es particular 01.01.2002, me he levantado muy temprano, he puesto algún mail, como hoy cada año, y Sunday Morning [mi Nico particular], el café, el panetone, como hoy cada año, bufanda, guantes, abrigo, y el Alfa descapotado con Goldberg Variations, como hoy cada año, hasta la orilla del mar desde la que veo otra isla, aquí ni un alma [nada hay más solitario y salvaje que el Mediterráneo], y el silencio químico de la espuma, de las rocas, silencio químico, como hoy cada año, el más químico, el que como el amor deja resaca pero no desaparece, y como hoy cada año soy contemporáneo de otros silencios que ya fui [afortunadamente aquí no hay gen que valga], y tú [querido, me dice el buzón de voz]: mi novedad, mi Nico particular, estás muy lejos, chemical hangover, seguro, y yo, de vuelta de todo, de aquel Quimicefa, química de Reyes Magos, inocuas moléculas, aunque estés lejos y yo de vuelta de todo menos de ti, mi Sunday Morning, mi Nico particular, cuando llueve se moja como las demás.



53
Los hay que creen saber
que el porvenir del universo sólo podrá ser una repetición
de sí mismo,
según la idea de que el tiempo no es más
que una ilusión, dice Prigogine en El nacimiento del tiempo,
5pm, quedamos los tres
en la plaza en construcción un domingo
de aquellos dilettantes [francamente, estabas preciosa],
vallas amarillas la cuadriculaban,
no podían con tu cuerpo, idéntico al recuerdo
que conservaba.
Fuiste un haz que [a mi pesar] duró 1 nanosegundo
[por poner una cifra impensable
para el común humano], pero me hiciste olvidar
la aparente eternidad que vaciaron otras.

Infinito, el tiempo para ti aún no existe
[deduzco por cómo cierras los párpados, cómo inclinas las tazas,
esos zapatos afilados],
decapitas una rosa y, piensas, saldrá otra,

desconoces aún
la única verdad:
no somos polvo que cuaja y funda un destino
antes de volver al polvo,
sino paréntesis fantasma entre carne
que nunca dejó de ser carne,
un flash sin flashback,
una apariencia, 
un salto cuántico.



77
Queda una esperanza.
Decirlo tan claramente que conduzca al equívoco.
Ahí voy.

El poeta habla
                                                       siempre
desde la muerte para alumbrar el mundo de los vivos,
o desde la vida, para alumbrar el mundo de los muertos.
Finis terrae: un pie en la tierra, otro en el abismo.

Pero ya escribir es escribir que está todo dicho y consumido en los manuales de supervivencia de otro siglo. El lenguaje, demente o aburrido, se ríe en el papel de todas sus representaciones [incluida ésta]

ruina que saquea ruina: vida que habla de vida: muerte que habla de muerte: esterilidad: incesto: tautología


[por mi parte, sólo me queda mostrar mi agradecimiento a los Payasos de la Tele por haber hecho posibles las tardes de domingo].


De Agustín Fernández Mallo Ya nadie se llamará como yo + Poesía reunida (1998- 2012) (2015. Barcelona: Editorial Planeta S.A. Seix Barral. Los Tres Mundos Poesía. Frontispicio de Antonio Gamoneda. Prólogo de Pablo García Casado.)



sábado, 23 de mayo de 2020

Low - Dancing and Blood [OFFICIAL VIDEO]

NARRACIÓN DE UN HOMBRE EN MAYO y A LOS AMIGOS, dos poemas del poeta, periodista, bibliotecario, traductor y escritor portugués Herberto Helder (Funchal, Madeira, 1930 - Cascaes, 2015) traducidos por Rodolfo Alonso(Buenos Aires, 1934):

























NARRACIÓN DE UN HOMBRE EN MAYO


Estoy echado en el nombre: mayo, y soy una persona
que salió
violenta y violentamente para el campo.
Un hombre echado entre las margaritas
rotativas del mes atrave-
sado por el movimiento.
Es la noche aproximada con el libro
dentro. Echado sobre pedazos
de estrellas en el pensamiento.
Era la casa absorbida en la mañana
chocante.
Libro de la poesía arrebatada. Poesía
de la mujer emparedada en el amor
y el hombre emparedado en la destrucción
del amor.
Es ahora el lector con la atención corrupta
sobre el libro.
El libro que arde en los huesos
del lector ahogado en el poema arrebatado.

Estoy extendido como autor en la ligera
palabra que la noche moja
y los vientos soplan como se sopla
una brasa.
Un hombre que salió de casa, con toda
la magnífica violencia del amor.
Es el tiempo revelador.
Ahora inteligente de este lado,
contra el lado ejemplar de mayo aglomerado.
Especie de primavera en llamas.
El dolor total. El libro.
El pensamiento del amor. La
experiencia.
Y la vida ardiente del autor.
También me eché en el campo
de otras cosas. Con discurso. Con
riguroso secreto.
Vi al cazador levantar el arcoíris
y tirar, cerrada, la muerte
al cabrito primaveril.

Y todo callé como experiencia
de un sueño inspirado.
Vi la resurrección, mayo
infectado. Oí
pasar el ciclista de la primavera
sobre el ruido de la resurrección.
Conocí la existencia del ladrón, el ciclista
que penetra en el ejemplo de la fábula.
Estoy echado en medio del campo
de una especie de despedida.
Medio campo de mayo, y otro medio
de personalísima vida.

Son cosas que ya no están más
que en la madurez de la edad.
Hice comercio. Industria. Dolor.
La garganta labrada por el canto.
Iba la bicicleta con su poeta que ponía la mano
en el poema de la bicicleta.
E iban todos –poema, bicicleta, poeta y mano–
por sobre el corazón de la tierra y la resurrección
de la primavera. Gané
mi edad concluída.
Cacé. O planté. O corté.
La vida vida.
Había el movimiento con su bicicleta
y la canción con su poeta.
La vida inmerecida.

Veo hierbas en movimiento y estrellas quietas.
Y la consumación de las cosas universales.
Se generan de nuevo las cosas
universales. La pureza.
La naturaleza de la pureza.
La propia naturaleza de las cosas universales.
Del dolor sé el amor.
El amor del ardor. Sé más
de lo que puedo saber de la materia del amor.
Quedo echado en el campo revolucionario:
la paciente brutalidad de la primavera
es como la brutalidad
delicada de la pasión.
El violentísimo demorado amor,
y su resurrección.

Ya estuve echado al lado de las mujeres.
Ellas se detenían completamente
como cazadores o bestezuelas fascinadas.
No tenían pensamiento ni edad.

Era la fuerza del cuerpo. El movimiento.
Estoy en este lado de ese lado
del cuerpo. Sé el poema
del conocimiento informulado.
Respira monótonamente una estrella
entre los huesos.
Estrella levemente destruída.
Roída por el loco ratón lírico
de la edad. Estoy en el pensamiento.
Parado en el movimiento de una vida.

Muevo la boca, muevo los dedos, muevo
la idea de la experiencia.
No muevo en arrepentimiento.
Ya que el cuerpo es interno y eterno
de su cuerpo.
No tengo inocencia, sino el don
de toda una inocencia.
Y lentitud o armonía.
Poesía sin perdón u olvido.
Edad de poesía.


A LOS AMIGOS

Amo despacio a los amigos que son tristes con cinco dedos de            cada lado.
Los amigos que enloquecen y están sentados, cerrando los ojos,
con los libros detrás ardiendo para toda la eternidad.
No los llamo, y ellos se vuelven profundamente
dentro del fuego.
­–Tenemos un talento doloroso y oscuro.
Construimos un lugar de silencio.
De pasión.



De Empresa Poética (1987. Buenos Aires: Empresa Poética para la Investigación y Difusión de la Poesía. Año 4- Número 7- Julio/Diciembre 1987.)