domingo, 22 de noviembre de 2020

CARTA A UN DOMINGO HUMILDE, un poema de Horacio Rega Molina (San Nicolás de los Arroyos, Argentina, 1899- Buenos Aires, Argentina, 1957):

 



CARTA A UN DOMINGO HUMILDE

 

     A través de los años te distingo

como a una hermana desaparecida

Tu serás siempre el único domingo,

el único domingo de mi vida.

     Guardo en el tiempo tu memoria intacta.

Tú eres, en mi copioso calendario,

una cosa menuda pero exacta,

como una ilustración de diccionario.

     Mi vida es una calle displicente,

adonde tu fantasma, pobre día,

resuena en cada esquina, tristemente,

como la campanilla de un tranvía.

     Mis sueños no merecen ser contados.

Mis recuerdos carecen de importancia.

Son una cuerda en la que están colgados

todos los trajes nuevos de la infancia.

    Tú me renuevas un amor deshecho:

el batallón, que a pasos similares,

seguí cuando era niño, con el pecho

encendido de marchas militares.

     Tú eres como la calle que en la altura

llena de fugitivos resplandores,

noche a noche, con rápida escritura,

pone y quita palabras de colores.

     Y la otra, de módico alumbrado,

donde murió Carriego, el pobrecito,

y donde para siempre se han parado

las dos ruedas del último organito.

     Tú eres un cine, en cuya sala honesta,

cuando la concurrencia se desbanda,

queda el palco vacío de la orquesta

con flores de papel en la baranda.

     Tú eres un cliente de buhonería

-cabezota infantil sobre hombros recios-

que indaga en una pulcra lechería

la tarifa económica de precios.

     Tú eres como esa tarde moribunda

en que, arropado en un gabán de lana,

yo he sido un pasajero de segunda

en el andén de una estación lejana.

    Tú pareces la música que arroba

mi pobre corazón ilusionado,

que ha oído cómo cantan, en la alcoba,

los pajaritos del empapelado.

     Tú eres lo más sensible de mi historia.

Todo un pasado al evocarte encierro.

Por eso cruzas hoy en mi memoria

como un cupé que vuelve de un entierro.

     Pero acaso ya nunca te recuerde.

Tu fiesta ha sido fiesta de falacias.

Me has engañado como el agua verde

de esos jarrones que hay en las farmacias.

     Creí en tu mansedumbre compartida,

y me trataste como a un extranjero

que atisba una ciudad desconocida

bajo el ala caída del sombrero.

     Tristeza un poco tímida y cobarde.

(¿No ha sido playo el plato de mi sopa?)

Tú eres la criada que al caer la tarde

va a la azotea a descolgar la ropa.

     Cicatriz de remotos desengaños.

Papel de habitación abandonada

donde un cuadro que estuvo muchos años

ha dejado su huella señalada.

     Pavor de matemático inseguro.

Rentista callejero sin caudales,

que ensaya con un lápiz en un muro

las cuatro operaciones decimales.

Tal aparece en mi memoria incierta

tu recuerdo que es una cosa amarga,

que es algo así como una vía muerta

donde está retenido un tren de carga.

     Tú corroída estampa, viejo día,

me sume en un sueño migratorio,

como el que da ese mapa de Oceanía

colgado en la pared de mi escritorio.

     Tu integridad, no obstante, es del pasado.

Por eso, uniendo coloreadas piezas,

en imágenes truncas, has quedado

reconstruido como un rompecabezas.


De el jabalí (2004. Buenos Aires: el jabalí, revista ilustrada de poesía, número 14.)


https://nicolasdominguezbedini.blogspot.com/2020/10/balada-de-un-domingo-de-mi-infancia-y.html

https://nicolasdominguezbedini.blogspot.com/2020/09/blog-post.html




No hay comentarios:

Publicar un comentario