LA ESCUCHA
Tus costumbres
tenaces o tus gestos
únicamente tuyos,
singulares,
las caricias que
das y que recibes,
tu olor y tu sabor
para el deseo,
las inflexiones de
tu voz… no pueden
entregarlo a quien
buscas y te busca;
tampoco tus
palabras, tu escritura,
ni todo cuando
piensa el pensamiento.
No está en la imagen
que de ti fabrican
fielmente los
durmientes que te sueñan,
ni estuvo en los
disfraces que tu edad
fue quitando a tu
cuerpo y a tu rostro.
No es el son ni las
letras de tu nombre,
sino lo que tu
nombre en vano nombra,
lo que jamás
podría devolverte
ningún retrato ni
ninguna huella
ni tu memoria que
te olvida tanto.
Es lo que todavía
permanece
en tu interior
cuando se quita el resto,
esa mirada clara,
tan vacía
como la página
bajo las letras,
pero más viva que
la mera página
que sólo se
despierta si la ves
con la mirada
clara, tan vacía
como el silencio
tras la voz y el canto
que sólo se
pronuncia si enmudeces
voz, canto,
letras, páginas y escuchas
con los cincos
sentidos entregados
a quien te busca y
buscas y te encuentra.
De Bernardo Schiavetta Diálogo (1983. Valencia: Editorial Prometeo. V Premio Gules.)
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