Los domingos
cuando el tío juega al fútbol de local
vamos al pueblo.
Después
visitamos a Emma,
ella se está muriendo de a poco
y no sale de su cama.
Tiene los ojos redondos
y la cabeza casi casi pelada.
A última hora
pasamos por el cementerio,
la abuela le deja flores a Edgardo
y el abuelo dice lo mismo de siempre:
-¡Hay tantos Arens en este lugar que tengo
ganas de
quedarme!
De Germán
Arens Los ojos del cordero (2010. Buenos Aires: El Suri Porfiado Ediciones.)
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