martes, 9 de junio de 2020

UNA FOTOGRAFÍA AÉREA, poema del escritor, dramaturgo, traductor, cronista y crítico de arte brasileño Ferreira Gullar(São Luís, Maranhão, 1930-Río de Janeiro, 2016) traducido por Claudio Banfi:



















UNA FOTOGRAFÍA AÉREA


Yo debo haber oído aquella tarde
pasar un avión sobre la ciudad
               abierta como la palma de la mano
       entre palmeras
              y marismas
        vertiendo en el mar la sangre de sus ríos
                las horas
                del día tropical
aquella tarde vertiendo sus desagües sus muertos
                                                                               sus jardines

yo debo haber oído
aquella tarde
      en mi cuarto?
      en la sala? en la terraza
      al lado del patio?
pasar el avión sobre la ciudad
                                                geográficamente
                                                                           desplegada
     en sí misma
     y escondida
     debajo de los tejados allí bajo
     las hojas
     allá abajo en lo oscuro
     sonoro del pasto dentro
     del verde caliente
     del pasto
                     allá
junto a la noche de la tierra entre
     hormigas (mi
     vida!) en los cabellos
     del vientre y lo tibio
     del cuerpo por dentro de la usina
     de la vida
     en cada cuerpo en cada
habitante
     dentro
de cada cosa
clamando en cada casa
                                     la ciudad
bajo el calor de la tarde
cuando el avión pasó


II


yo debo haber oído en mi cuarto
un ruido cortar otros ruidos
                                            en el alarido de la época
                                                                                    rodando
por encima del techo
                                  yo
debo haber oído
(sin oír)
         el ronquido del motor mientras leía
                y oía
         la conversación de la familia en la galería
               dentro de aquella tarde
               que era clara
               y para siempre perdida
               que era clara
               y para siempre
en mi cuerpo
clamando
              (entre zumbidos
              de sierras entre gritos
              de la calle
              entre ladridos
              de perros
              en el mostrador del almacén
en el azúcar ya-noche de las naranjas
                                                 en el sol cerrado
y pútrido
     a esa hora
de las legumbres que quedaron sin vender
en el sistema de olores y negocios
de nuestro Mercado Viejo
                                                   –el ronquido del avión)


III


yo debo haber oído
     su ruido se enterró en el lodo
     de Camboa en la fiebre
     de Alagado resbaló
              en los escalones sucios
     en las paredes de loza
     penetró en los cuartos entre hamacas
                                    hediendo a gente
     entre retratos
     en los espejos
     donde la tarde danzaba iluminada
Su ruido
era también la tarde (un avión) que pasaba
allí
como yo
pasaba al margen del Bacanga
en Sao Luís do Maranhao
                al norte
                de Brasil
                      bajo las nubes


IV


yo debo haber oído
o aún visto
el avión como un pájaro
blanco
romper el cielo
veloz volando sobre los colores de la isla
               pasar en un instante
por el ángulo de la ventana
como un hecho cualquiera
     yo debo haber oído ese avión
     que a las tres y diez de una tarde
hace treinta años
     fotografió nuestra ciudad


V


     mi rostro ahora
     sobrevuela
sin ruido
     esa fotografía aérea
Aquí está
               en un papel
               la ciudad que hubo
(y no me oye)
con sus aguas y marismas
aquí está
(en el papel)
una tarde que hubo
       con sus calles y casas
                                           una tarde
     con sus espejos
     y voces (voladas
     en el polvo)
una tarde que hubo en una ciudad
aquí está
en el papel que (si quisiéramos) podemos rasgar


De Empresa Poética (1987. Buenos Aires: Empresa Poética para la Investigación y Difusión de la Poesía. Año 4- Número 7- Julio/Diciembre 1987.) 


Coda aérea a modo de post photo posdata: 

Más de 20 años después de haber descubierto este poema de Ferreira Gullar e intentar ir consiguiendo todos sus libros -la búsqueda aún continúa- me enteré en tiempo y forma que el poeta iba a estar en el país y que tal día estaría leyendo en la Casa de la Lectura, en el barrio porteño de Villa Crespo, y hasta allí me dirigí. Recuerdo que había poca concurrencia pero muy férreo era su séquito de amistades que impedían de un modo o de otro que alguien más pudiera acercarse. Me quedé a esperar hasta encontrar un hueco e intentar que Ferreira Gullar me dedicara unos ejemplares suyos que yo había ido atesorando e intercambiar algunas palabras. Encontré el momento cuando empezaban a emprender retirada a cenar, fue muy amable y se mostró muy sorprendido por mi interés por su obra poética. Accedió a firmarme esos poemarios mientras me preguntaba a que me dedicaba y se disculpó ante su respuesta negativa a raíz de compromisos ya contraídos de antemano cuando lo invité a participar al domingo siguiente en El Monte Análogo Radio. Su estadía era muy corta y era más que comprensible su respuesta pero llamó a alguien del grupo de amistades que lo estaban esperando algo impacientes y le contó de mi invitación radial y quedamos los tres que haríamos una transmisión futura en directo o grabada que nunca pudo ser... Un par de días después me encontraba yendo hacia la redacción de La Nación donde me esperaba la periodista Silvana Moreno para hacerme una nota, yo seguía con los libros dedicados por Ferreira Gullar encima y que terminaron colándose en la sesión de fotos... También tenía conmigo unas viejas revistas, que no me animé a último momento a que me firmara, en cuyos dos números estaba repartido en uno, este poema y en otro, un reportaje a Ferreira Gullar que originalmente había sido publicado en 1985. en la revista brasileira LEIA y en donde respondía entre otras cuestiones poéticas a la gestación de UNA FOTOGRAFÍA AÉREA. Más abajo adjunto link a aquella nota a servidor -¡gracias con sumo atraso Silvana Moreno- y un fragmento del reportaje a Ferreira Gullar donde responde sobre este poema que muy gozosamente he tipeado letra a letra y les vuelvo a compartir, ahora para leer-¡gracias totales Ferreira Gullar...!:)
FNDB

https://www.lanacion.com.ar/espectaculos/se-me-aclaro-el-panorama-en-pleno-cacerolazo-nid1056267/

“(…) Trabajaba en la revista del Instituto de Arquitectura y necesitaba ilustrar un material con fotografías de ciudades desde el aire. Era un material sobre planeamiento regional, para urbanización. Entonces comencé a buscar en el archivo, fotografías. De pronto me detengo en una, en la que reconocí mi ciudad, Sao Luis do Maranhao. Era una vista aérea, una fotografía antigua de la ciudad, pero la identifiqué de inmediato. La dí vuelta y comprobé que era cierto, decía “San Luis”. Me emocioné al ver aquello. Comencé a mirar las casas, aquellas manchas oscuras que serían árboles. Comencé a identificar lugares: aquí corre un río, el agua está pasando, hay gente debajo de ese techo. Busqué mi propia casa. Me preguntaba si estaría vivo al sacar aquella fotografía, que edad tendría. Lo que veo es un cuartel, que aún no había sido demolido. Entonces me digo: bien, esa fotografía fue obtenida cuando yo debía tener unos diez años. Me acuerdo cuando demolieron el cuartel. ¡Encontré mi casa en la fotografía! Pequeña, pero la encontré. Quedé en un estado de intensa emoción, pero tenía que continuar mi trabajo; quedé como atentado, con aquella idea en la cabeza. Pero una falsa señal y no pasó nada. Recién dos años después ­–ya no pensaba más en eso- fui a una exposición de pintura, en el actual Museo de la Imagen Inconsciente. Estaban allí Emilio de Barros, Diniz, todos esos pintores maravillosos. Me emocioné mucho y entré en un estado de levitación (sonríe). Parecía que las cosas habían perdido su corporeidad. Y fue allí que volví a recordar la fotografía. Salí de la Exposición, pero en lugar de dirigirme al periódico, me quedé dando vueltas alrededor del Museo. Fui a la Biblioteca Nacional, tomé un pedazo de papel y comencé a escribir el poema. Cuando ya estaba adelantado fui hacia el diario y seguí escribiendo, interrumpiendo sólo para hacer mi trabajo. Me fui a casa, comí, fui a mi escritorio, pegué todo aquello y le di forma definitiva. El poema estaba terminado. (…) ” 

Reportaje de Cristina Serra. Traducción de Irma Vinuesa.

De Empresa Poética (1988. Buenos Aires: Empresa Poética para la Investigación y Difusión de la Poesía. Año 5- Número 9- Julio/Diciembre 1988.) 




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