UNA
FOTOGRAFÍA AÉREA
Yo debo haber oído aquella tarde
pasar un avión sobre la ciudad
abierta como la palma de la mano
entre
palmeras
y marismas
vertiendo
en el mar la sangre de sus ríos
las horas
del día tropical
aquella tarde vertiendo sus desagües sus muertos
sus jardines
yo debo haber oído
aquella tarde
en mi
cuarto?
en la
sala? en la terraza
al lado
del patio?
pasar el avión sobre la ciudad
geográficamente
desplegada
en sí
misma
y
escondida
debajo de
los tejados allí bajo
las hojas
allá
abajo en lo oscuro
sonoro
del pasto dentro
del verde
caliente
del pasto
allá
junto a la noche de la tierra entre
hormigas
(mi
vida!) en
los cabellos
del
vientre y lo tibio
del
cuerpo por dentro de la usina
de la
vida
en cada
cuerpo en cada
habitante
dentro
de cada cosa
clamando en cada casa
la ciudad
bajo el calor de la tarde
cuando el avión pasó
II
yo debo haber oído en mi cuarto
un ruido cortar otros ruidos
en
el alarido de la época
rodando
por encima del techo
yo
debo haber oído
(sin oír)
el
ronquido del motor mientras leía
y oía
la
conversación de la familia en la galería
dentro de aquella tarde
que era clara
y para siempre perdida
que era clara
y para siempre
en mi cuerpo
clamando
(entre
zumbidos
de sierras entre gritos
de la calle
entre ladridos
de perros
en el mostrador del almacén
en el azúcar ya-noche de las naranjas
en el sol cerrado
y pútrido
a esa
hora
de las legumbres que quedaron sin vender
en el sistema de olores y negocios
de nuestro Mercado Viejo
–el
ronquido del avión)
III
yo debo haber oído
su ruido
se enterró en el lodo
de Camboa
en la fiebre
de
Alagado resbaló
en los escalones sucios
en las
paredes de loza
penetró
en los cuartos entre hamacas
hediendo a
gente
entre
retratos
en los
espejos
donde la
tarde danzaba iluminada
Su ruido
era también la tarde (un avión) que pasaba
allí
como yo
pasaba al margen del Bacanga
en Sao Luís do Maranhao
al norte
de Brasil
bajo las nubes
IV
yo debo haber oído
o aún visto
el avión como un pájaro
blanco
romper el cielo
veloz volando sobre los colores de la isla
pasar en un instante
por el ángulo de la ventana
como un hecho cualquiera
yo debo
haber oído ese avión
que a las
tres y diez de una tarde
hace treinta años
fotografió
nuestra ciudad
V
mi rostro
ahora
sobrevuela
sin ruido
esa
fotografía aérea
Aquí está
en un papel
la ciudad que hubo
(y no me oye)
con sus aguas y marismas
aquí está
(en el papel)
una tarde que hubo
con sus
calles y casas
una
tarde
con sus
espejos
y voces
(voladas
en el
polvo)
una tarde que hubo en una ciudad
aquí está
en el papel que (si quisiéramos) podemos rasgar
De Empresa Poética (1987. Buenos Aires:
Empresa Poética para la Investigación y Difusión de la Poesía. Año 4- Número 7-
Julio/Diciembre 1987.)
Coda aérea a modo de post photo posdata:
Más de 20 años después de haber descubierto este poema
de Ferreira Gullar e intentar ir consiguiendo todos sus libros
-la búsqueda aún continúa- me enteré en tiempo y forma que el poeta iba a estar
en el país y que tal día estaría leyendo en la Casa de la Lectura,
en el barrio porteño de Villa Crespo, y hasta allí me dirigí. Recuerdo que había poca
concurrencia pero muy férreo era su séquito de amistades que impedían de un
modo o de otro que alguien más pudiera acercarse. Me quedé a esperar hasta
encontrar un hueco e intentar que Ferreira Gullar me dedicara
unos ejemplares suyos que yo había ido atesorando e intercambiar algunas
palabras. Encontré el momento cuando empezaban a emprender retirada a cenar,
fue muy amable y se mostró muy sorprendido por mi interés por su obra poética.
Accedió a firmarme esos poemarios mientras me preguntaba a que me dedicaba y se
disculpó ante su respuesta negativa a raíz de compromisos ya contraídos de
antemano cuando lo invité a participar al domingo siguiente en El Monte
Análogo Radio. Su estadía era muy corta y era más que comprensible su
respuesta pero llamó a alguien del grupo de amistades que lo estaban esperando
algo impacientes y le contó de mi invitación radial y quedamos los tres que
haríamos una transmisión futura en directo o grabada que nunca pudo ser... Un
par de días después me encontraba yendo hacia la redacción de La Nación donde
me esperaba la periodista Silvana Moreno para hacerme una
nota, yo seguía con los libros dedicados por Ferreira Gullar encima
y que terminaron colándose en la sesión de fotos... También tenía conmigo unas
viejas revistas, que no me animé a último momento a que me firmara, en cuyos dos
números estaba repartido en uno, este poema y en otro, un reportaje a Ferreira
Gullar que originalmente había sido publicado en 1985. en la
revista brasileira LEIA y en donde respondía entre otras cuestiones poéticas a la gestación de UNA FOTOGRAFÍA AÉREA. Más abajo adjunto link a aquella
nota a servidor -¡gracias con sumo atraso Silvana Moreno- y un
fragmento del reportaje a Ferreira Gullar donde responde sobre
este poema que muy gozosamente he tipeado letra a letra y les vuelvo a compartir, ahora para leer-¡gracias totales Ferreira
Gullar...!:)
FNDB
https://www.lanacion.com.ar/espectaculos/se-me-aclaro-el-panorama-en-pleno-cacerolazo-nid1056267/
“(…) Trabajaba en la
revista del Instituto de Arquitectura y necesitaba ilustrar un material con
fotografías de ciudades desde el aire. Era un material sobre planeamiento
regional, para urbanización. Entonces comencé a buscar en el archivo,
fotografías. De pronto me detengo en una, en la que reconocí mi ciudad, Sao
Luis do Maranhao. Era una vista aérea, una fotografía antigua de la ciudad,
pero la identifiqué de inmediato. La dí vuelta y comprobé que era cierto, decía
“San Luis”. Me emocioné al ver aquello. Comencé a mirar las casas, aquellas
manchas oscuras que serían árboles. Comencé a identificar lugares: aquí corre
un río, el agua está pasando, hay gente debajo de ese techo. Busqué mi propia
casa. Me preguntaba si estaría vivo al sacar aquella fotografía, que edad
tendría. Lo que veo es un cuartel, que aún no había sido demolido. Entonces me
digo: bien, esa fotografía fue obtenida cuando yo debía tener unos diez años. Me
acuerdo cuando demolieron el cuartel. ¡Encontré mi casa en la fotografía! Pequeña,
pero la encontré. Quedé en un estado de intensa emoción, pero tenía que
continuar mi trabajo; quedé como atentado, con aquella idea en la cabeza. Pero una
falsa señal y no pasó nada. Recién dos años después –ya no pensaba más en eso-
fui a una exposición de pintura, en el actual Museo de la Imagen Inconsciente.
Estaban allí Emilio de Barros, Diniz, todos esos pintores maravillosos. Me emocioné
mucho y entré en un estado de levitación (sonríe). Parecía que las cosas habían
perdido su corporeidad. Y fue allí que volví a recordar la fotografía. Salí de
la Exposición, pero en lugar de dirigirme al periódico, me quedé dando vueltas
alrededor del Museo. Fui a la Biblioteca Nacional, tomé un pedazo de papel y
comencé a escribir el poema. Cuando ya estaba adelantado fui hacia el diario y
seguí escribiendo, interrumpiendo sólo para hacer mi trabajo. Me fui a casa,
comí, fui a mi escritorio, pegué todo aquello y le di forma definitiva. El
poema estaba terminado. (…) ”
Reportaje de Cristina Serra. Traducción de Irma
Vinuesa.
De Empresa Poética (1988. Buenos Aires:
Empresa Poética para la Investigación y Difusión de la Poesía. Año 5- Número 9-
Julio/Diciembre 1988.)
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