MARZO
En la verde pendiente visitada por pájaros
un azul de violetas ha repicado ya,
sólo a lo largo del negro bosque
se posa la nieve todavía en recortadas lenguas.
Pero gota a gota se derrite
absorbida por la tierra sedienta,
y arriba en el pálido azul corren
nubes como ovejas en un tropel brillante.
¡Cantad, hombres, también, y amaos los unos a los
otros!
MEDIODÍA
DE VERANO EN UNA VIEJA
CASA
DE CAMPO
Los tilos y castaños centenarios
respiran y susurran despacio al viento tibio,
brilla el surtidor y complaciente apunta
al hálito del aire. Los muchos pájaros enmudecieron
casi en este instante en las copas de los árboles.
La calle afuera en el incendio del mediodía calla,
se estiran soñolientos los perros en la hierba,
crujen carros de heno lejos por la cálida tierra.
Largamente nos sentamos a la sombra, los viejos,
un libro sobre las rodillas, inclinando los cegados
ojos,
mecidos con dulzura por el actual verano,
pero pensando en secreto en aquellos que nos precedieron,
para quienes los días de invierno y del verano se
acabaron,
y a quienes, pese a todo, en galerías y en caminos
como presentes los sentimos e invisibles
tendiendo un puente entre un más allá y nuestro
aquí.
SOL
DE MARZO
Embriagada por un ardor reciente
oscila una mariposa amarilla .
Sentado a la ventana descansa
dormitando y agachado un viejo.
Cantando entre el follaje de la primavera
en una ocasión partió de viaje.
Mucho polvo de las calles
voló por encima de su pelo.
Cierto que el árbol florecido
y las amarillas mariposas
apenas parecen haber envejecido,
parecen hoy las mismas.
Pero el color como el aroma
están más afinados y vacíos,
más fresca está la luz, y el aire
más difícil y pesado se respira.
La primavera zumba suave como abeja
sus canciones, las hermosas.
El cielo flota azul y blanco,
doradamente aletea la mariposa.
NOCHE
DE VERANO
Debido al chaparrón los
árboles gotean,
en la húmeda verdura
brilla la luna íntimamente fría,
arriba por el valle el
invisible río
oscuro suena con voz desasosegada.
En el cortijo ahora,
anuncio de los perros.
¡Oh noche de verano y
de velados astros,
cómo me atrae vuestro
pálido rumbo,
el corazón saliendo en
éxtasis de viaje y lejanía!
FAROLILLOS
VENECIANOS EN
LA
NOCHE DE VERANO
Cálidos en el frescor
oscuro del jardín
flotan lilas de faroles
coloreados,
desde el movimiento del
ramaje envían
un reflejo tierno y
misterioso.
Uno sonríe como un
limón claro,
rojos y blancos ríen
como obesos,
uno azul parece residir
en las ramas como luna
y espíritu.
Súbitamente uno arde en
llamas,
oscila y se extingue
pronto…
hermanas juntas se
extremecen,
sonríen, aguardan a la
muerte:
lunado azul, amarillento
vino, rojo terciopelo.
NOCHE
DE VERANO
Las gotas caen, el aire se percibe inquieto.
El viento no sopla todavía.
Un ebrio canto a lo largo de la calle.
Confusa es su canción y débil como un niño.
Ahora calla del todo:
El cielo se desgarra
y deslumbrante en su brillo azulceleste
el rayo hace resplandecer la calle.
Como trote de blancos caballos
cae la lluvia casi susurrando.
Las luces se extinguieron todas, toda forma se
disolvió,
las olas que se precipitan me tienen encerrado.
De Hermann Hesse. Antología Poética (1978. Buenos Aires: Ediciones Librerías Fausto.
Traducción de Rodolfo E. Modern. Prólogo de Nicolás J. Dornheim)
https://nicolasdominguezbedini.blogspot.com/2012/06/dos-poemas-de-hermann-hesse-1877-1962.html
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