domingo, 17 de enero de 2021

UN VERANO EN DEUIL-LA-BARRE de Michel Houellebecq (Saint-Pierre, isla de La Reunión, 1956) en versión de Altair Diez:

 



UN VERANO EN DEUIL-LA-BARRE

 

Medranza de los ramajes entre las flores sólidas,

Deslizamiento de las nubes y el sabor del vacío:

El rumor del tiempo llena nuestros cuerpos y es domingo

Estamos en total armonía, me pongo mi chaqueta blanca

 

Antes de derrumbarme sobre un banco del jardín

Donde me duermo, me encuentro de nuevo dos horas más tarde.

 

Una campaña tañe en el aire sereno

El cielo está cálido, servimos un vino,

El sonido del tiempo colma la vida;

Es el final de una tarde.

 

*

 

El alba crece con dulzura

La leche se entibia, pequeñas llamas

Vibrantes y azules, pequeñas hermanas

Leche hinchada como un pecho de mujer

 

Y el sonido de la cafetera

En el silencio de la ciudad;

Hacia el Sur, el eco de un motor

Son las cinco, todo está tranquilo.

 

*

 

Siempre he tenido la impresión de que éramos cercanos, como dos frutos nacidos de una misma rama. El día se eleva en el mismo momento en que te escribo, los truenos retumban suavemente; será una jornada lluviosa. Te imagino incorporándote en tu cama. Esa angustia que sientes, la siento yo igualmente.

 

La noche nos abandona,

La luz delimita

De nuevo a las personas,

Las diminutas personas.

 

Tumbado sobre la moqueta, observo con resignación cómo la luz progresa. Descubro unos cabellos en la moqueta; esos cabellos no son los tuyos. Un insecto solitario escala los tallos de lana. Mi cabeza cae, se alza de nuevo; siento verdaderos deseo de cerrar los ojos. Hace tres días que no duermo; hace tres meses que no trabajo. Pienso en ti.

 

*

 

Cuando la lluvia caía a ráfagas

Sobre nuestra casita

Estábamos a cubierto del mal,

Acurrucados junto a la razón

 

La razón es un perrazo tierno

Y es lo opuesto a la pérdida

Ya no hay nada que comprender,

Se nos ofrece la obediencia.

 

Dadme la paz, la felicidad,

Liberad mi corazón del odio

Ya no puedo vivir en el miedo,

Dadme la mesura humana.

 

*

 

Existe un país, más bien una frontera,

Donde la luz es suave y prácticamente sólida

Los seres humanos intercambian fragmentos de luz,

Pero no tienen ni el más mínimo temor al vacío.

 

La parábola del deseo

Colmaba nuestras manos de silencio

Y cada cual se sentía morir,

Nuestros cuerpos vibraban por tu ausencia.

 

Atravesamos las fronteras de tiza

Y la segunda mañana el sol se hizo cercano

Había en el cielo algo que se movía,

Un latido muy suave hacía vibrar las rocas.

 

Las gotitas de luz

Se posaban en nuestros cuerpos lastimados

Como la caricia infinita

De una divinidad-materia.

 

*

 

Los colores de la sinrazón,

Como un fetiche inacabado

Definen unas nuevas estaciones,

La inexistencia llena el verano.

 

El sol de Buda tranquilo

Resbalaba en medio de las nubes

Acabábamos de dejar la ciudad,

Ya no hacía tiempo de tormenta.

 

La carretera se deslizaba entre la aurora

Y los limpiaparabrisas vibraban,

Me hubiese gustado ver de nuevo tu cuerpo

Antes de partir para siempre.

 

*

 

Fuera, está la noche

La violencia, la matanza

Acércate a mí, sin hacer ruido,

Distingo una imagen

Moviéndose.

 

Y sus contornos se confunden,

La luz es trémula

Mi mirada se desnuda

Aquí estoy, en una espera

Serena.

 

Hemos atravesado

Épocas de odio,

Tiempos controvertidos

Sin dimensión humana

 

Y el mundo ha tomado forma,

El mundo ha aparecido

En su desnuda presencia,

El mundo.


De Michel Houellebecq Supervivencia (2007. Madrid: Ediciones Acuarela & Antonio Machado Libros, S.A. Traducción: Altair Diez.)






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