UN
VERANO EN DEUIL-LA-BARRE
Medranza de los ramajes entre las flores sólidas,
Deslizamiento de las nubes y el sabor del vacío:
El rumor del tiempo llena nuestros cuerpos y es
domingo
Estamos en total armonía, me pongo mi chaqueta
blanca
Antes de derrumbarme sobre un banco del jardín
Donde me duermo, me encuentro de nuevo dos horas más
tarde.
Una campaña tañe en el aire sereno
El cielo está cálido, servimos un vino,
El sonido del tiempo colma la vida;
Es el final de una tarde.
*
El alba crece con dulzura
La leche se entibia, pequeñas llamas
Vibrantes y azules, pequeñas hermanas
Leche hinchada como un pecho de mujer
Y el sonido de la cafetera
En el silencio de la ciudad;
Hacia el Sur, el eco de un motor
Son las cinco, todo está tranquilo.
*
Siempre he tenido la
impresión de que éramos cercanos, como dos frutos nacidos de una misma rama. El
día se eleva en el mismo momento en que te escribo, los truenos retumban
suavemente; será una jornada lluviosa. Te imagino incorporándote en tu cama. Esa
angustia que sientes, la siento yo igualmente.
La
noche nos abandona,
La
luz delimita
De
nuevo a las personas,
Las
diminutas personas.
Tumbado sobre la
moqueta, observo con resignación cómo la luz progresa. Descubro unos cabellos
en la moqueta; esos cabellos no son los tuyos. Un insecto solitario escala los
tallos de lana. Mi cabeza cae, se alza de nuevo; siento verdaderos deseo de
cerrar los ojos. Hace tres días que no duermo; hace tres meses que no trabajo.
Pienso en ti.
*
Cuando la lluvia caía a ráfagas
Sobre nuestra casita
Estábamos a cubierto del mal,
Acurrucados junto a la razón
La razón es un perrazo tierno
Y es lo opuesto a la pérdida
Ya no hay nada que comprender,
Se nos ofrece la obediencia.
Dadme la paz, la felicidad,
Liberad mi corazón del odio
Ya no puedo vivir en el miedo,
Dadme la mesura humana.
*
Existe un país, más bien una frontera,
Donde la luz es suave y prácticamente sólida
Los seres humanos intercambian fragmentos de luz,
Pero no tienen ni el más mínimo temor al vacío.
La parábola del deseo
Colmaba nuestras manos de silencio
Y cada cual se sentía morir,
Nuestros cuerpos vibraban por tu ausencia.
Atravesamos las fronteras de tiza
Y la segunda mañana el sol se hizo cercano
Había en el cielo algo que se movía,
Un latido muy suave hacía vibrar las rocas.
Las gotitas de luz
Se posaban en nuestros cuerpos lastimados
Como la caricia infinita
De una divinidad-materia.
*
Los colores de la sinrazón,
Como un fetiche inacabado
Definen unas nuevas estaciones,
La inexistencia llena el verano.
El sol de Buda tranquilo
Resbalaba en medio de las nubes
Acabábamos de dejar la ciudad,
Ya no hacía tiempo de tormenta.
La carretera se deslizaba entre la aurora
Y los limpiaparabrisas vibraban,
Me hubiese gustado ver de nuevo tu cuerpo
Antes de partir para siempre.
*
Fuera, está la noche
La violencia, la matanza
Acércate a mí, sin hacer ruido,
Distingo una imagen
Moviéndose.
Y sus contornos se confunden,
La luz es trémula
Mi mirada se desnuda
Aquí estoy, en una espera
Serena.
Hemos atravesado
Épocas de odio,
Tiempos controvertidos
Sin dimensión humana
Y el mundo ha tomado forma,
El mundo ha aparecido
En su desnuda presencia,
El mundo.
De
Michel Houellebecq Supervivencia
(2007. Madrid: Ediciones Acuarela & Antonio Machado Libros, S.A.
Traducción: Altair Diez.)
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