CUARTO
DOMINGO DE ADVIENTO*
En la cuarta noche no cosas, no tejas,
no hiles, no bordes, no dejes encendida la luz,
en la cuarta noche hay poderes singulares,
en la cuarta noche cuidate de la gente.
Con los vientos del sur la cuarta noche
nos dio vuelta la cabeza a mí y a él,
así que en nosotros giró la rueda desconocida,
así que en nuestras cabezas hasta la mañana se
tritura,
hasta la mañana se tritura el mijo negro.
El pan de esta harina será de una amargura insólita,
el recuerdo de esta noche será de una pesadez
insólita,
se amasa, se amasa la mezcla negra
para nuestra amarga vianda,
porque me llamó con un nombre extraño,
porque me atormentó con una carga extraña,
hasta la madrugada la rueda me hace girar,
hasta la mañana temprano me pesa la carga
y toda la noche nos enroscamos sobre una pila de
añicos,
nos herimos cada vez más.
En un odio silencioso vamos a separarnos,
en el odio silencioso de este mundo.
Y ya amanece. Y ya no soy más.
De mi cadáver nace un torklja**.
*Es el primer período
del año litúrgico cristiano, que consiste en un tiempo de preparación para el
nacimiento de Jesús. Se celebran los cuatro domingos anteriores a la festividad
de Navidad. En cada hogar se prepara una corona de ramas de pino, llamada con
cuatro velas, una por cada domingo de adviento. Según la tradición, a cada una
de esas cuatro velas se le asigna una virtud que hay que mejorar en esa semana,
por ejemplo: la primera, el amor; la segunda, la paz; la tercera, la tolerancia
y la cuarta, la fe.
**Torklja: personaje o
entidad de la mitología eslovena. Según la tradición popular existe una
prohibición que impide a las hilanderas
trabajar los días martes con la rueca. La etimología del nombre de este
ser mítico está asociada al dios Marte, de hecho en lengua eslovena el día
martes se denomina torek. Torklja es el encargado de castigar a las hilanderas que transgreden ese tabú,
puede llegar a matarlas, cocinarlas y comérselas.
RECUENTO
Ésta es la voz del
recuento,
cuenta tus días,
cuenta a un ritmo
parejo
animales y personas
y todo alrededor tuyo,
y todo lo que creés,
que por vos
nace y vive,
los pequeños cráneos
blancos
ruedan por el mundo,
contar, contar,
debe haber orden, un
orden.
¿No sabés, que el
viento cesa,
qué el árbol se seca,
no sabés, que todo,
vive a medias?
En el campo el silencio
es cada vez más grande,
se fortalece
el susurro del recuento
y sabés, que alguna
mañana
también serás contado,
contar, contar,
debe haber orden, un
orden.
De
Svetlana Makarovič Mujer ajenjo (2010. Buenos Aires: Ediciones Gog y Magog. Traducción
de Julia Sarachu con la colaboración de Mojca Jesenovec.)
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