La
“Y”
En los muros ruinosos de la capilla
florece el musgo pero no tanto
como las inscripciones: la selva
de iniciales talladas a navaja en la piedra
que, unida al tiempo, las devora y confunde.
Letras borrosas, torpes, contrahechas.
A veces desahogos e insultos.
Pero invariablemente
las misteriosas iniciales ligadas
por la “Y” griega:
manos que acercan,
piernas que se entrelazan, la conjunción
copulativa, acaso vestigio
de cópulas que fueron, o no se consumaron.
Cómo saberlo.
Porque la “Y” del encuentro también simboliza
los caminos que se bifurcan: E.G.
encontró a F.D. Y se amaron.
¿Fueron “felices para siempre”?
Claro que no, tampoco importa demasiado.
Insisto: se amaron
una semana, un año o medio siglo,
y al fin
la vida los desunió o los separó la muerte
(una dedos sin otra alternativa).
Dure una noche o siete lustros, ningún amor
termina felizmente (se sabe).
Pero aun la separación
no prevalecerá contra lo que juntos tuvieron:
Aunque M.A. haya perdido a T.H.
y P. se quede sin N.,
hubo el amor y ardió un instante y dejó
su humilde huella, aquí entre el musgo
en este libro de piedra.
De José
Emilio Pacheco Alta Traición/Antología
Poética (1985. Madrid: Alianza Editorial. El Libro de Bolsillo. Selección y
prólogo de José María Guelbenzu.)
https://nicolasdominguezbedini.blogspot.com/2017/03/una-defensa-del-anonimato-carta-george.html
https://nicolasdominguezbedini.blogspot.com/2010/05/me-urge-la-imperiosa-necesidad-de.html
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