¿SABEN LOS MUERTOS QUE HORA ES?
El viejo puso sobre la mesa su vaso de cerveza.
Hijo, dijo,
(y una
muchacha se acercó a nuestra mesa:
nos
pidió por Juan Cristo que le pagáramos de beber).
Hijo, quiero contarte algo
que nunca fue contado por nadie.
(y
la muchacha dijo: No tengo nada en vista esta noche;
¿qué
te parece si fuéramos los dos a tu casa?)
Te contaré la historia del encuentro
de mi madre con Dios
(yo
le susurré a la muchacha: No tengo cuarto,
pero
tal vez…)
Ella ascendió hasta la cima del mundo
y El se le acercó directamente y dijo:
De modo que por fin has venido a casa.
(¿pero
tal vez qué?
Pensaba
que me gustaría quedarme aquí y hablar contigo).
Mi madre comenzó a llorar, y Dios
la rodeó con sus brazos.
(¿de qué?
Oh,
simplemente hablar…algo encontraremos).
Ella dijo que era como si una niebla le cubriese el
rostro,
y que había luz por todas partes, y que una voz
dulce le decía:
Ahora puedes dejar de llorar,
(¿de qué hablaremos que nos ocupe toda la noche?
y
yo le dije que no sabía).
Ahora
puedes dejar de llorar.
De Alberto Girri 15 Poetas Norteamericanos (1966. Buenos Aires: Bibliográfica Omeba. Colección América en Letras. Prólogo, selección y traducción de Alberto Girri.)
A continuación, a modo de coda, tipearé
letra a letra en este aún atardecer de jueves 15 de julio en el Hemisferio Sur,
un fragmento de la presentación que escribió Alberto Girri sobre Kenneth
Patchen en esta antología tan preciada por mi y que atesoro desde hace varias
décadas atrás y al concluir me adentraré en el “Google nuestro de cada día” a
buscar la canción “Do the Dead Know What
Time It Is” de The Blue Aeroplanes quienes
en su disco de 1987 Spitting Out Miracles musicalizaron dicho poema y algunos años después
inspiraron el nombramiento de una revista musical local, la mismísima Escupiendo Milagros que mutó a Esculpiendo Milagros… “Todo tiene que ver con
todo” en este fervoroso y no menos persistente sordo blog, ahí vamos,
continuará…!:)
FNDB, un servidor…
“(…) La fecundidad de
Patchen no va en todos los casos acompañada de buena poesía, y a veces se hace
necesario recorrer muchas páginas para encontrar poemas concebidos y
estructurados con rigor. Quizás no sea literalmente, como algún crítico opina,
que la obra de Patchen consiste en haber escrito incontables notas en forma de
deshilvanados, insatisfactorios y fragmentariamente brillantes poemas, pero es
fácil ver que se entrega a su facilidad sin mayor discriminación, sin detenerse
a separar los rasgos originales de la obviedad; lo lírico, de lo
sentimentaloide; lo sugestivo, de lo confuso; el refinamiento, del mal gusto. A
la vez, algunos de los poemas más justamente conocidos, como “In Memory of
Kathleen”, “Do the Dead Know What Time It Is” o “Street Corner College”, no son
fragmentarios, tienen real poder de evocar sensaciones de pesadilla, de horror
y violencia, que Patchen cubre con envolturas de sombrío humor. Los poemas
pueden ser líricos, satíricos o con implicaciones místicas y visionarias, pero
íntimamente coinciden en una actitud donde una apasionada solidaridad por la
sufrida condición humana se mezcla con el inconformismo; la execración y la
revuelta alzándose en contra del orden constituido. Esa frustración de las
ilusiones, la necesidad de destruir y cambiar el mundo tal como lo padecemos,
la ansiedad por un futuro mejor, se traduce en que la mirada de Patchen es algo
infantil, ingenua; refleja los temores del niño ante el mundo adulto, y su
defenderse de él mediante la fantasía. (…)”
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