sábado, 17 de julio de 2010

Hoy, sábado 17 de julio, a horas de unas nuevas "Tardes de San José" y antes de anunciarlas en posteo nuevo, estas palabras de precalentamiento...



Estas fotos que acabo de juntar aquí y que saqué de los sitios amigos de Cobra y Tosto, pertenecen al registro de una misma tarde de junio, la apertura de la muestra Para los ciegos los papagayos parecen personas (para más detalles de dicha muestra, ver algunos posteos más abajo en este blog). Fue una lectura larga, en una hora no apta para escuchar lecturas supongo, domingo invernal, pasadas las 20hs y con una nueva semana por delante para todos. Empezaba a hacer mucho frío, recuerdo. También recuerdo que aquel día, preso de una ansiedad descomunal por escuchar como resonaban en alta voz, estrené por vez primera muchos de los poemas que integrarán mi segundo poemario, al que hace unos días atrás, más precisamente el martes 6 de julio, le puse -en principio- punto final. También en aquella esquina de Caballito, me despedí de la lectura de algunos poemas para siempre (supongo), poemas que sonaban muy Decirte al oído aún o que sirvieron de trampolín durante mucho tiempo o más precisamente de punto de partida para escribir cosas nuevas un poco más consistentes. Por ejemplo me despedí de una de las tantas versiones del poema Hay mails que no se contestan que les pegaré a modo de obsequio, tras los dos puntos:


Hay mails que no se contestan

y mails

que se escriben

sin esperar nada.

Palabras

al vacío

con un metrónomo

marcando el tempo transatlántico

de esas cartas

que surcaban los mares.

Kamikase

el mail que te acabo de mandar

bajo el influjo de fragmentos

tan vívidos

de un sueño

que tuve anoche:

Íbamos en silencio, caminando dentro del paseo aeróbico lindante con las vías del ferrocarril y de repente, nos quedábamos contemplando las viandas abandonadas por una familia numerosa en su intento de acampar junto a un ancho árbol.

Caía la tarde y nuestro silencio se cortaba con un cuchillo pero era tal la algarabía a nuestro alrededor, que empezamos a trotar despacio imitando a los niños que estaban cerca. Minutos después, estábamos jugando con todos ellos una carrera hasta el kiosco de la estación.


...


También en algún momento de aquella lectura leí unos sonetos de Juan López Rocca, un lejano tío español muerto en 1927 en el Hospital Alvear, alcanzado por la peste bubónica, pocos días después de llegar de visita del Perú ,para salir de padrino de mi Abuelita Carmen Gil de Domínguez y unos fragmentos de Con todas las letras, libro del notable Chico Novarro como el relacionado al bolero Algo Contigo:


"...Estaba recién separado de mi primera mujer, cuando fui a ver un espectáculo acompañado por una linda señorita. Nos habíamos acomodado en una mesa, a más de diez metros del escenario, cuando apareció una actriz-cantante que, casualmente, acababa de divorciarse. Ella integraba el show con dos conocidos humoristas.

La chica que estaba a mi lado, tocándome con el codo, me dice:

-La cantante tiene "algo con vos".

-¿Estás loca?

-Te digo que tiene algo con vos.

-Pero qué va a tener...la conozco, simplemente -era verdad-. Es una colega.

Pero la frase tiene "tiene algo con vos" quedó dando vueltas en mi cabeza. La cosa pareció terminar ahí. Sin embargo, al tiempo, volví al café concert. Fui a saludar a la cantante, después de terminado su show, y me preguntó si entendía algo de mecánica,porque se le había quedado el coche en el estacionamiento de enfrente. Me ofrecí a acompañarla y, una vez en el estacionamiento, me senté al volante. Para mi sorpresa, el auto arrancó sin dificultades. La llevé hasta su casa y al llegar, para devolverme la atención, ella insistió en llevarme a la mía, después de todo no me iba a dejar en la calle...
Luego de esa fantástica noche, no volví a verla. Entonces surgieron las dos primeras estrofas: "Hace falta que te diga/ que me muero por tener algo contigo"...y nada más ."

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