sábado, 31 de octubre de 2020
TEMA PARA UN NOCTURNO, un poema de Carlos Pellicer (1897-1977) con fecha 31 de octubre de 1946 …:
TEMA
PARA UN NOCTURNO
CUANDO hayan salido del reloj todas las hormigas
y se abra –por fin– la puerta de la soledad,
la muerte,
ya no me encontrará.
Me buscará entre los árboles, enloquecidos
por el silencio de una cosa tras otra.
No me hallará en la altiplanicie deshilada
sintiéndola en la fuente de una rosa.
Estoy partiendo el fruto del insomnio
con la mano acuchillada por el azar.
Y la casa está abierta de tal modo,
que la muerte ya no me encontrará.
Y ha de buscarme sobre los árboles y entre las nubes.
(¡Fruto y color la voz encenderá!)
Y no puedo esperarla: tengo cita
con la vida, a las luces de un cantar.
Se oyen pasos –¿muy lejos?... – todavía
hay tiempo de
escapar.
Para subir la noche sus luceros,
un hondo son de sombras cayó sobre la mar.
Ya la sangre contra el corazón se estrella.
Anochece tan claro que me puedo desnudar.
Así, cuando la muerte venga a buscarme,
mi ropa solamente encontrará.
31 de octubre de 1946
De
Carlos Pellicer Poesía completa Volumen I
(1996. México: Universidad Nacional Autónoma de México. Consejo Nacional para
la Cultura y las Artes. Ediciones del Equilibrista. Edición de Luis Mario
Schneider y Carlos Pellicer López.)
domingo, 25 de octubre de 2020
La primavera y el otoño, un poema de Edna St. Vincent Millay (Maine, Estados Unidos, 1892 –Columbia, Estados Unidos, 1950) traducido por María Sonia Cristoff (Trelew, 1965) en colaboración de Manuel Graña Etcheverry (1915-2015)…:
La
primavera y el otoño
En primavera, en primavera,
yo caminaba junto a mi amado.
La corteza de los árboles estaba mojada y negra.
Todavía los veo, en primavera.
El rompió para mí una rama del duraznero florido
alejado y difícil de arrancar.
En el otoño, en el otoño
yo caminaba junto a mi amado.
Las cornejas surgían con un grito ronco.
Todavía las oigo, en el otoño.
El se reía de todo lo que yo ponderaba,
y rompió mi corazón, poco a poco.
Sea la primavera o sea el otoño,
se mojará la corteza y gritarán los pájaros.
Hay mucha belleza para ver y oír
en una primavera, en un otoño.
No es que la huida del amor dañe mis días,
sino que eso fue ocurriendo, poco a poco.
De Manuel
Graña Etcheverry Poesía propia y ajena (1996. Buenos Aires: Edición del autor.)
¡Viene llegando en cuestión de días, el próximo mes once, por obra y gracia de Dobra Robota Editora “La Ciencia del ritmo”, el libro de Paul D. Miller, alias DJ Spooky That Subliminal Kid!...:)
La ciencia del ritmo es una exploración sobre la cultura en tanto narrativa y la re-contextualización constante de sus elementos, sobre «lo mismo cambiante» y la repetición como centro del pensamiento moderno. Mediante la estética del sampling, Paul D. Miller pensará los conceptos de cultura, escritura, DJing y mix como textos/tejidos que posibilitan relatos deconstructivos de las categorías convencionales de copia y original, raza y jerarquía de clase: historias que conducen a otras historias, ramificaciones y flujos que diluyen la lógica binaria. El sample, como pieza fundamental del collage sonoro, será el vector capaz de infiltrarse y propagar recuerdos como virus, permitiendo la re-experimentación de sensaciones y subjetividades que escapan al control de cualquier gobierno y sus industrias del entretenimiento. El objetivo: trascender los límites geográficos y mentales para arribar a una consciencia multiplex.
A modo de mix textual, en este libro la voz de Miller y su biografía se entrelazan con las historias del fonógrafo y el montaje cinematográfico, los experimentos de Duchamp, los escritos de R.W. Emerson, W.E.B. Du Bois, Gould, McLuhan, Bajtín, J.W. Goethe, entre otrxs, dando forma a una obra vertiginosa y profunda, atravesada por el espíritu del hip-hop, el dub, el jazz y el illbient…
Paul D. Miller, alias DJ Spooky That Subliminal Kid (Washington DC, 1970), es músico, artista conceptual, escritor y activista por la justicia racial. Se graduó en Filosofía y Literatura Francesa en Bowdoin College y fue uno de los precursores del género illbient. Desde hace dos décadas, se especializa y diserta sobre la cultura global, las tecnologías y el arte multimedia.
Dobra Robota Editora
La posesión del instante y Aguas, dos poemas de Norma Etcheverry (Ranchos, Provincia de Buenos Aires, 1963)...:
La
posesión del instante
Sé que atrapé un instante
cuando llegaba noviembre
o poco antes
las cortinas se mecían por el viento
y flotaban las nubes
una mosca merodeaba por lo humano
Sé que atrapé alguno
entre sucesos
felices y no tanto
bajo la tinta oscura,
por ejemplo,
el infinitesimal respiro
con que dijiste por última vez amor
y
volvernos
a vernos
Sé que pude
en el minúsculo soplo de la letra
despedirme con ojos, con palabras
con de-terminaciones
con silencios
Sólo la escritura tiene cosas
del presente huidizo
entre las manos
esta posesión de lo inasible (¿será que ya fue o
será
que va a ser?)
Atrapé un instante antes de noviembre
y me quedé con él
Estabas todavía en la casa
Pronto
sería el verano.
Aguas
“La
lluvia es bella y triste
Y
acaso nuestro amor sea bello y triste”.
Raúl
González Tuñón
Dice la lluvia que esta vez
pasará de largo
que no se llevará los colchones
ni las fotos del bebé
ni los papeles del renó
ni la escritura del terreno
que no dejará su marca en las paredes
heridas de arroyo abierto
bajo un cielo de cartón
chapas grasas de la noche
en que resbalan las gotas
por la frente del barrio
dice la lluvia que luego
se tenderá mansita
sobre el asfalto que viene a cuenta
de una promesa
o en otras sogas de la ropa
o en el escote del veranito
que arrima mesas
a la vereda
va tan rápido el mundo, la vida
pasan los nombres en el diario
y tantas cosas pasan
pero el agua
no
el agua se queda
estancada
un remolino de basura
frunce la banquina y tus labios, negra,
que antes fueron del agua de miel
ahora son dientes
perros en furia mordiendo el barro
dice la lluvia que ya basta
digo yo, negra, que ya basta
que así no se puede construir
ningún amor
ningún recuerdo
para
mañana.
De Norma Etcheverry La ojera de las vanidades y otros poemas (2009. La Plata: Hespérides. Colección La Campana del Fuego.)
DOMINGO, un poema de Egor Mardones (1957, Tomé, Chile)…:
DOMINGO
Hoy no trabajo.
Generalmente paso más de medio día
tirado en la cama, perdido en los drogos atardeceres
de mi habitación.
A veces manipulo el control remoto
en busca de quizá qué imposible mensaje entre los
666
abismantes canales de TV
pero siempre termino en una de monos animados.
Nada hay, a las finales, en el mundo
semejante a un taxi desplazándose cinematográfica-
mente por las clandestinas avenidas de la noche,
de la página,
de la imaginación.
Pantalla en blanco/Cortinas cerradas/Silencio total
El resto del día es nada
como todo asqueroso domingo.
De Egor
Mardones Taxi Driver (2009. Chile:
Ediciones Al Aire Libro. Colección Bestia
Mágica.)
¡Big VAM gracias Gonzalo Garcés Estrada por
prolongado préstamo Taxi Driver hasta some day…!:)
FNDB
domingo, 18 de octubre de 2020
LA VICTORIA ES UN POEMA DE AMOR, un poema de Santiago Espel (1960, Buenos Aires)…:
LA
VICTORIA ES UN POEMA DE AMOR
Además de las felicidades del sábado a la mañana
yo cumplo una penitencia cada domingo a la noche;
claro que en tren de precisar no debería decir
además
sino porque, o como, o simplemente, en
contrapartida;
pero el lenguaje impone cierto fundamentalismo
de sentido; además ahora sí además,
el éxito y la victoria son cosas muy distintas;
el éxito del sentido en lo que se dice en el poema
no tiene nada que ver con la victoria de un poema
en el que aparecés vos, y entonces se acaba
aquello de los recursos y las metáforas que
literalizan
tu cuerpo, una manera de reír, de caminar, tu voz,
o ese modo de abrirse y darse que tiene tu cuerpo
fuera ya de toda metonimia o palabra en curso;
por eso la victoria es un poema de amor
que habitás vos, más allá de cuestiones de
estilizada
escritura que nada saben de tus pechos ni de tus
pies.
De Santiago Espel Cuaderno acústico (2010. Vicente López: Ediciones La Carta de Oliver.)
El despuntar de la primavera, un poema del poeta esloveno Gregor Podlogar (1974, Liubliana)…:
El
despuntar de la primavera
Hace mucho tiempo que no escribo, no podía.
El lenguaje no me permitió actuar, ahora me fuerza.
Las cosas me aceptan otra vez.
Recuerdo vagamente que ayer
estuvimos mucho tiempo jugando al fútbol en la arena.
Al terminar, estábamos sucios,
negros de polvo, como mineros borrachos y alegres.
Es la segunda noche que no duermo. Los ojos me
arden.
Estoy solo, parado en el umbral del día. El pan
sobre la mesa
delata el clima de familiaridad, el sosiego se une
al desasosiego.
El cartero trae el cálido, nuevo día.
La taza de té me espera, sólo a mí.
Se acercan nubes gruesas,
esta vez con forma de reposo, sueños, felicidad.
De Poesía Eslovena Contemporánea Antología
(2006. Buenos Aires: Ediciones Gog y Magog. Introducción: Marko Jenšterle.)
Otros dos fragmentos favoritos de “textos del ocaso” del escritor y poeta sueco Artur Lundkvist (Escania, Suecia, 1906 - Estocolmo, Suecia, 1991) leídos en la entrega reparadora del Premio Nobel de Literatura a Jorge Luis Borges el 20/03/2015 en Yapeyú, barrio porteño de Almagro junto a Lea Uría García y Gustavo Nielsen en el evento “Aurora boreal y resonancias escandinavas”:
Tú
recuerdas los libros mejor que las caras, para ti los libros son muchas veces
más reales que las gentes (¿no ha dicho alguien que si ciertas personas fueran
libros él no las leería?) Los libros se abren y te dan parte de su vida como la
gente sólo hace muy raramente, y por lo general los libros no exigen de ti más
que un poco de atención.
Nadie comparte tu soledad con más paciencia
y dedicación que los libros. Ellos te hablan con voz bajo pero penetrante y
confidencial, ellos se callan cuando tú quieras sin obligarte a nada. Los libros
tienen siempre tiempo para ti cuando tú tienes para ellos, ellos te esperan en
fila silenciosa sin formar tumultos entre sí ni en contra tuya.
Tampoco necesitas cuidarte de los libros,
no tienes que defenderte ni esforzarte por representarte a ti mismo, como seguramente
te ves precisado a hacer ante la gente aunque sean tus amigos más cercanos. Con
los libros puedes ser un algo, o un nada, o como mejor te parezca.
Un libro nada te exige, no tienes que
comprenderlo todo necesariamente o vivirlo en todo cuanto te brinda, tampoco
estás obligado a amarlo ni a pensar de él esto o aquello, todo es total y
únicamente cuestión tuya. Y aunque te le duermas delante el libro no se enfada,
no, con un libro estás solo, en paz, y sin embargo en compañía de alguien.
Los libros son tus amigos más fieles, tus
verdaderos hermanos y hermanas, difundidos por el mundo entero y sin embargo
visitándote en tu propia casa. Ellos vienen con sus regalos desde todos los
puntos cardinales, te comunican su fe y su duda, su ansia y su congoja, te
conducen por el silencio de ciudades y el murmullo de los montes, a través del
tiempo avanzante y del espejismo hinchado de los sueños.
¡Cuán agradecido deberías estar de que te
haya tocado vivir en la era de los libros!
…
Es
un libro que alguna vez leí y que ya he olvidado pero ahora, de repente, pienso
en él y me dan ganas de leerlo otra vez. Entonces comienzo a buscarlo en estantes
y pilas de libros pero no, no está en ninguna parte, a pesar de que sería
increíble que alguien lo hubiera robado o que yo lo hubiera perdido.
Lo peor es que no logro recordar el título
del libro ni el nombre de su autor, sólo me queda en la memoria un reducto de
la impresión que su lectura una vez me causó, por eso no puedo ni comprarlo ni
conseguirlo en otra parte, no sé de qué libro se trata hasta que lo tenga en
las manos y lo reconozca, si es que de verdad pudiera reconocerlo.
Este libro perdido no me deja en paz,
continúo buscándolo semiconscientemente incluso después de haberme resignado a
su pérdida y sin cesar intento recordar su título y su autor, que a veces me
parecen a punto de emerger del olvido.
Igualmente me esfuerzo por recordarlo en
todos sus detalles, de su contenido, de cómo está escrito, de qué sentimientos
dejó en mí, y aunque es muy poco lo que logro recordar esto hace el libro aun
más atractivo, enigmático, prácticamente insustituible, un estímulo inigualable
del que no me privo sin gran dificultad.
Entonces empiezo a sospechar que nunca lo
leí profundamente ni con la suficiente penetración con que tal vez debí, que
sin duda soslayé algo esencial en él y que la percepción de esa pérdida ha
vivido en mí latentemente durante los años pasados desde que lo leí.
¿Qué hacer ahora que no puedo hallarlo ni
estar sin él? Esta pregunta me la formulo a mi mismo cada vez más
inoportunamente, una y otra vez durante el día y al despertarme en la noche, y
hasta medio dormido y en sueños.
Finalmente comprendo que la única salida
es que yo mismo me ponga a escribir este libro, re-crearlo parte por parte,
sacarlo más o menos del subconsciente, del ansia que me inspira, de la imagen cada
vez más intensa que de él poseo, escribir de nuevo ese libro aún en caso de que
nunca haya existido.
De
Artur Lundkvist Textos del ocaso
(1984. Barcelona: Montesinos Editor, S.A. Traducción de René Vázquez Díaz.)
https://nicolasdominguezbedini.blogspot.com/2014/10/simbolo-de-fosforo-by-paar-httppaar.html
https://nicolasdominguezbedini.blogspot.com/2013/05/otro-poema-de-maria-wine-en-este-blog.html
https://nicolasdominguezbedini.blogspot.com/2012/03/el-otono-es-mi-estacion-poema-de-maria.html
https://nicolasdominguezbedini.blogspot.com/2020/10/maria-wine-och-artur-lundkvist.html
https://nicolasdominguezbedini.blogspot.com/2020/10/un-fragmento-de-textos-del-ocaso-del.html
Coda argento-sueca: ¡Sí! El 20 de marzo de 2015 en un evento que organicé para festejar una nueva visita de Lea Uría García al país aprovechamos en un fluído y sentido homenaje reparador a entregarle el Premio Nobel de Literatura a Jorge Luis Borges. Adjunto link del evento, incluso hubo uno en "caralibro" y fabuloso flyer que diseñó mi compañera de vida Vikini Amarillo. Tal vez hubo algunas fotos que no se llegaron a compartir en su momento y el tiempo indiscutible fue pasando y pasando... Como sea, estos fragmentos de "textos del ocaso" recuerdo haberlos samplealo en vivo y en directo aquella noche en el barrio porteño de Almagro para contextualizar reparación y conexiones cándidas argento-suecas insospechadas que algún día retomaré o no... Continuará...
FNDB
https://nicolasdominguezbedini.blogspot.com/2015/03/blog-post_19.html
domingo, 11 de octubre de 2020
Un fragmento de “textos del ocaso” del escritor y poeta sueco Artur Lundkvist (Escania, Suecia, 1906 - Estocolmo, Suecia, 1991)…:
Domingo,
día de sol, día del señor, y lunes, día de la luna, de la señora, que de tan
cerca lo sigue, la esposa pálida siguiendo a distancia a su marido ardiente,
soñadora, vagando por esas noches,
sola y no obstante en
compañía, liga que perdura, ella se levanta en su plenitud para después
languidecer y apagarse, encenderse y volver a crecer: así es ella la soberana
que entra y sale de su casa,
culpable de las
muchachas que se levantan con rosas de sangre en sus batas de dormir, de las
olas encrespadas que van rugiendo embravecidas y como adornadas con plumas de
yelmo,
activa como manos de
espuma lavando los pies de los corales, tan parecidos a los de Cristo,
destrozadora de membranas de aceite que se rajan como sacos de seda que
encerrasen cachorros de tigre:
noche de luna que pasa
a ser día de luna, lunes, rodando como un tremendo queso, rotando con todas sus
ruedas por las calles, por las fábricas, con la ciudad como recortada de un
papel negro con bordes argentados y muchachas que bostezan despidiendo un humo
descolorido que serpentea desde la gruta rosada de sus bocas.
De
Artur Lundkvist Textos del ocaso
(1984. Barcelona: Montesinos Editor, S.A. Traducción de René Vázquez Díaz.)
LOS AMANTES y LA ALARMA, dos poemas de Charles Simic (Belgrado, Serbia, 1938) en versión de Nieves García Prados:
LOS
AMANTES
En el bosque un buen domingo,
Cuando éramos niños,
Nos encontramos una pareja tumbada en el suelo.
Cogidos de la mano, con miedo
A perdernos, vimos lo que al principio
Pensamos que era una mancha de nieve,
Desnudos y abrazados
En el suelo, el viento
Mecía las ramas sobre ellos
Como pasamos furtivamente, nunca supimos
Quiénes eran, ni volvimos a mencionarlo
Entre nosotros ni a nadie más.
LA
ALARMA
Centenares de ventanas se llenan de rostros
Por algo que ha sucedido en la calle,
Algo que nadie puede explicar,
Porque no acudió un camión de bomberos, ni un grito,
ni un
disparo,
Y sin embargo, aquí estaban todos,
Unos tapándoles los ojos a sus hijos,
Otros asomándose y gritándole
A la gente de los alrededores
Con la misma compostura y apariencia tranquila
De quienes pasean los domingos
En algún otro siglo, menos violento que el nuestro.
De
Charles Simic Mil novecientos treinta y
ocho Antología Poética (2014. Granada: Valparaíso Ediciones. Traducción y
prólogo de Nieves García Prados.)
BALADA DE UN DOMINGO DE MI INFANCIA y DOMINGO DIBUJADO DESDE UNA VENTANA, dos poemas de Horacio Rega Molina (San Nicolás de los Arroyos, Argentina, 1899- Buenos Aires, Argentina, 1957):
BALADA DE UN DOMINGO DE MI INFANCIA
Mañana el maestro dará prueba escrita.
(Mi infancia no tuvo sino
días malos)
Sentada en un banco mi
infancia recita:
Colón ha partido del
Puerto de Palos,
Es día domingo. Llovizna. Hace frío…
El cuarto es muy grande,
yo estoy solo en él.
Parece que arrastra en el
cuarto sombrío
su cola de seda la reina
Isabel.
Es día domingo. Con una constancia
que más dolorosa no pudo
haber sido,
sentada en un banco
repite mi infancia:
del Puerto de Palos,
Colón ha partido.
Las seis de la tarde. Se encienden
candelas.
Se cierran las puertas. La
casa es distinta…
Dan miedo, dan miedo las
tres carabelas.
La Santa María, la Niña y
la Pinta.
DOMINGO DIBUJADO DESDE UNA VENTANA
Guarda
el domingo la infantilería
que ofrece un espectáculo barato,
como el que mira porque sí un retrato
en el zaguán de una fotografía.
Hay un
jarrón pintado a tres colores
en la tómbola inmóvil del espejo.
El sol prolonga un último reflejo
como esa luz que dan los reflectores.
Desde un
baldío suenan cuatro notas,
y la niñez de pronto resucita
en los caballos de una calesita,
con las orejas y las colas rotas.
La humillación
de un almacén cerrado
es lo más triste que un domingo ofrece.
En una curva, lejos, aparece
la danza de un tranvía iluminado.
Y por la
calle obscurecida, siento
que el domingo se va como en sordina,
con el mismo aire con que se camina
por el vagón de un tren en movimiento.
De el jabalí (2004. Buenos
Aires: el jabalí, revista ilustrada de poesía, número 14.)
https://nicolasdominguezbedini.blogspot.com/2020/09/blog-post.html