sábado, 26 de septiembre de 2020
SONETOS A LA LLUVIA de Fina García Marruz (La Habana,1923)…:
SONETOS A LA LLUVIA
1
ESTA LLUVIA me pone el
corazón antiguo.
Soy ahora a la vez el
músico y los sones
y el que de lejos oye. Las
conversaciones
del grupo familiar dan un
rumor ambiguo.
¿Qué me escinde del sueño
de la vida
hacia otro idioma que al
mirar consigo?
¿Me pulsas tú también?
¿Te ha conmovido
la calidad nocturna de la
vida?
¡Oh lo bello y lo triste!
Como un barco
la intimidad violeta de
la casa cerrada
me toca hasta esa música
que soy y que no abarco.
Y esa luz que está
¿afuera?, que mi recuerdo mueve
sin tocarlo, me dice: soy
lejana
y fugaz. Está lloviendo
infinitamente. Llueve…
2
Escucho esa arpa eterna
que es mirar desde lejos:
la familia en la sala se
ha reunido.
¿Es de ayer esa luz que
da a los muebles viejos
un brillo gris, autónomo?
Respiro
a Casal. Es la tarde
mejor, es la nocturna tarde
que conozco tan bien, que
se irá con mi vida,
es la voz que me cava la
tumba merecida,
la circunstancia eterna,
para que no me tarde.
Quién tañe dulcemente ese
conjunto
tan lejano y tan bello,
con doradas agujas.
Quién guardará la gracia
marchita de su “vámosnos”
y la humilde alegría de
su remoto mundo.
¡Y no estar yo en la
sombra que dibujas,
ceniza que te quedas
donde estábamos!
De Fina García Marruz Antología Poética (2002. México D.F.: Fondo de Cultura Económica.
Tierra Firme. Selección y prólogo de Jorge Luis Arcos.)
Recordando a Pablo Besse (1971 -2020): "Empriéstenme su atención si ansí me quieren honrar / de no tendré que callar / pues el pájaro cantor jamás se para a cantar en árbol que no da flor. "
http://www.boladenieve.org.ar/artista/8381/besse-pablo
"El futuro se volvió loco... Abrazo enorme"
¡Buen viaje! :( :)
LLUVIA y IX. VUELO DE RECUERDOS DE LLUVIA, dos poemas de Salvador Espriu (Santa Coloma de Farners, Gerona; 1913- Barcelona; 1985) traducidos por Enrique Badosa (Barcelona, 1927):
LLUVIA
DE ningún
sitio viene. ¿Partir?
No habrá palabra mágica que rompa
la costumbre de ver, este silencio
sonoro de saetas. La primavera, el lujo
de la luz, de los años, ahora se perdía
en el camino vencido. Las esperanzas
han muerto a tiempo. Todo es de nuevo perfecto
a lo largo de la vaciedad: la lenta lluvia
no va a lugar alguno.
IX –poema IX de “Cementerio de Sinera”-
VUELO de
recuerdos de lluvia
agudizó el suplicio
de esas flores que mueren
al frágil paso armónico
de la tarde y del agua.
¡Cómo calla el mar! Arriba
triunfo, destino, reino,
acometida de encajes.
Los cipreses recogen
luz de cielo llorado
en momentáneos espejos.
De Enrique Badosa Antología de Salvador Espriu (1972. Barcelona: Plaza & Janés Editores S.A., Selecciones de Poesía Española. Texto Bilingüe. Tercera Edición. Versión castellana y estudio Enrique Badosa.)
viernes, 25 de septiembre de 2020
VIERNES POR LA NOCHE EN EL ROYAL STATION HOTEL, un poema de Philip Larkin (Coventry, 1922 -Hull, 1985)...:
VIERNES POR LA NOCHE
EN EL ROYAL STATION HOTEL
Desde los altos racimos de bombillas, esparcida,
la luz cae oscuramente sobre sillas solas
de colores distintos, que se miran una a otra.
Por la puerta abierta, el comedor declara
una más grande soledad de vasos y cuchillos
y una alfombra de silencio. El conserje lee
un diario vespertino que ha sobrado. Pasan
horas,
y los viajantes ya se han vuelto a Leeds
dejando ceniceros llenos en la Sala de
Reuniones.
Las lámparas alumbran pasillos sin zapatos. Qué
aislado es esto, como una fortaleza...
El papel con membrete, hecho para escribir a
casa
(si hubiera casa) cartas del exilio: Cae
la noche. Olas se pliegan detrás de las aldeas.
De Philip Larkin Ventanas altas (2010. Buenos Aires: Gog y Magog Ediciones. Traducción de Marcelo Cohen.)
https://nicolasdominguezbedini.blogspot.com/2020/07/capitulo-i-de-la-tercera-parte-de-una.html
miércoles, 23 de septiembre de 2020
lunes, 21 de septiembre de 2020
DÍA DE PRIMAVERA y EL DOBLE SUEÑO DE LA PRIMAVERA, dos poemas del poeta, escritor, profesor universitario y periodista estadounidense John Ashbery (Rochester, Nueva York; 1927-Hudson, Nueva York; 2017)…:
DÍA DE PRIMAVERA
La inmensa
esperanza puesta —y la paciencia
prolongada
a lo largo de la noche—
como
el aire respirando en una ciudad de papel,
se
disipa cuando vuelve la noche y trae de nuevo las dudas
que
se arremolinan en torno a la cabeza del durmiente,
aunque
son repelidas con palos y cuchillos, así que la mañana
reinstala
en una esperanza fría
el
aire que fue el día de ayer, es lo que eres,
en
todas esas fases en que la cabeza se escurre de la mano.
Las
lágrimas corren en libertad, las risas y los sollozos:
¿qué
importancia tienen? Hay un libre dar y tomar.
El
cuerpo gigantesco relajado, como si junto a un arroyo
descubriera
su fuerza y se viese obligado a reconocer
la
secreta dulzura antes de ingresar en la vida,
absorbido
por tantos intercambios, arrancado del útero,
exhumado
antes de estar del todo muerto… Y palpita
su pecho ancho como una montaña. “Esos otros tardaron
en venir,
y les
importaba tan poco, que casi no fueron nada.
Se
les dio por muertos,
con
sus nombres honorablemente injertados en el paisaje
para
ser recordados por la humanidad. Hasta el día de hoy,
hemos
vivido dentro de su caparazón.
Ahora
lo hemos roto como un río rompe un dique,
remansando
en la desconcertada y asustada llanura,
y nuestro
próximo avance será terrible,
hurgando
en las heridas con armas nuevas
en
ese abismo de recreación, ese lienzo desnudo
que
es tan real como el tráfico y los ruidos cotidianos”.
La
montaña dejó de sacudiré. Su cuerpo
se
replegó sobre su propia contradicción, su propio goce,
muy
lejos de nosotros las luces se apagaron, recuerdos de
muchachos y muchachas
que
anduvieron por aquí antes del gran cambio,
antes
de que el aire nos reflejase,
adoptando
la forma contraria de nuestro esfuerzo,
su
inseparable comentario y corolario,
pero
expulsándonos cada vez más y más.
¿Qué…?
¿Qué pasó? Tú estás junto al naranjo,
así
que sus frutos veraniegos
pueden
volver al lugar en que todo empezó a ir mal
para
después desaparecer lentamente
y formar
parte del pasado, si es que fue así. Una página pasada.
Y justo
en ese momento íbamos a la deriva
en
medio de un enorme vendaval de muerte.
Y así
sea jueves, así esté el día tormentoso,
caigan
rayos o llueva, o así se peleen los pájaros entre sí,
nos
hemos sumergido en otro sueño.
De
nada sirve forzar la barrera de ese otro:
ya
no existe. Pero a ti,
delicada
cosa naciente, con esas hojas que parecen estrellas,
te
dedicaremos muy pronto nuestra total atención.
EL DOBLE SUEÑO DE LA
PRIMAVERA*
Para Gerrit Henry
Los
días diversos, los años absurdos, percibían
con
labios semiabiertos
el
modo en que el aliento de la primavera se te acerca con
sigilo, te invade y te derriba.
He
pensado en todo esto desde hace años,
pero
ya estaba dejando de tener sentido. Y la canción ha
terminado:
esta
fue la historia.
Igual
que encuentras hombres rubios y de ojos azules
en
ciertas islas,
el
dibujo está concluido
y uno
sigue descendiendo hacia la orilla,
con
pasos que buscan alcanzarla,
y,
aunque no logren alcanzarla, no pueden evitar encontrar
la melodía
y seguimos…
descendiendo…
El
bote zozobraba al embarcar tú en él. Qué plano su fondo
los
remos evitaban las olas pequeñas,
y nos
impulsaban agua adentro. Sin embargo volvimos
a examinarnos
uno a otro en el sueño. ¿Era la savia
deslizándose
por el árbol
la
que hacía sobresalirlos brotes, cada uno con una
coherencia peculiar?
Porque
no había duda de que el camino llevaba
a un
punto que se hacía inalcanzable,
perdido
en millones de analogías de árboles,
el
paso más lejano posible.
Y,
ahora, en medio del rugido de las locomotoras
que
circulan por la tierra, la hierba permanece inactiva,
haciendo
que se cuele en tu mente esa sensación “de final
del viaje”
como
una melena rubia que todo lo inunda
—luz
de las estrellas enfermas en la noche—
y que
se prepara de nuevo para defenderse
mientras
amanece un nuevo día.
*Nota
del autor: “El doble sueño de la primavera” es el título de un cuadro de
Giorgio de Chirico que se encuentra en el Museo de Arte Moderno de Nueva York.
De John Ashbery El doble sueño de la primavera (2009.
Madrid: Colección Visor de Poesía. Traducción de Silvia Barbero.)
domingo, 20 de septiembre de 2020
UN PINTOR DE DOMINGO, un poema de Rafael Alberti (El Puerto de Santa María, provincia de Cádiz, Andalucía, España, 1902 - El Puerto de Santa María, provincia de Cádiz, Andalucía, España, 1999)…:
UN PINTOR DE DOMINGO
Para
Margot Portela Parker, pintora
YO SALGO los domingos a pintar. Ya he pintado
la plazuela del pueblo,
la mancha colorida de la gente
que vaga alrededor del quiosco de la música,
las callejas tranquilas con el sol de la siesta,
los patiecillos pobres agobiados de tiestos,
las ventanas floridas con las mozas hablando,
a la luz de la luna, con los novios,
el campo con sus huertas y las norias
con sus mulas cansadas dando vueltas…
He pintado ya todo.
He repetido todo —¿cuántas veces? —,
bajo luces distintas,
durante más de treinta años… Hoy
—cualquier
motivo es fácil para mí —
yo quisiera
alejarme del pueblo… Es casi el alba… Tengo
un burrillo prestado… Hará un hermoso día…
Un domingo radiante de primavera… ¡Vamos!
El río está muy lejos… Pocas veces
lo pinté. Es un buen tema,
casi desconocido
para los que en el pueblo
compran mis cuadros… Nunca,
me lo confieso ahora,
atino con el agua…
¿Los reflejos? Difíciles…
Mucho más todavía si los árboles
mueven sus verdes en las ondas… Quiero,
hoy que seguramente no va a mirarme nadie,
conseguir esa clara trasparencia
que no logré jamás… Será mi obra
maestra… Ya la veo…
No, no la venderé por nada… aunque el notario,
mi mejor comprador, se empeñe… ¿Qué? ¡Por nada!
Es para mí… ¿Venderla? Ni por todos
los tesoros del mundo…
La cederé, a mi muerte,
a algún museo… ¿A cuál?
Lo pensaré despacio… ¡Alerta! El río.
Traigo un cartón más grande que los otros…
No, no será un apunte… Tengo tiempo
para estudiar las cosas…
la tonalidad justa
del agua… los matices
del verde… el infinito
cobalto de los cielos…
Fijaré la hora exacta,
el instante supremo del paisaje,
antes que el sol me mueva
las sombras y ya todo sea distinto…
Un islote en mitad de la corriente,
con tres álamos blancos en el centro…
Ondula el agua azul,
llena de toques níveos y esmeraldas…
Un álamo, batido por el aire,
tiende sus ramas casi hasta la orilla…
Al fondo, nada: prados solitarios,
punteados de flores… ¡Buen motivo!
Mancho el cartón de prisa…
Los claros… los oscuros…
que hoy no lo son… ¡Qué veo?
¿Hay sombras lilas, sombras azuladas?
¿No eran acaso siempre
negro de humo, tierra tenebrosa,
siena tostado? ¿Qué sucede hoy?
Es mucho el sol… Tal vez
el resplandor del agua…
No hay más que luz… Corrijo…
Raspo… Comienzo… Borro… No hay perfiles…
Un tamiz ya azulado o ya violáceo
lo vela todo igual que si metiera
un fanal de neblina en el paisaje.
Anda la luz… No sé cómo apresarla…
¡Detente un poco! ¡Espérate!
¿Cómo correr detrás de ti? ¡Detente!
¡Oh, qué desdicha! Pero…
¿Quién me está hablando?
—Escúchame.
—¿Quién
me está hablando?
—Yo
—¿Habla
la luz?
—No,
mírame.
Yo soy la luz: el álamo,
Estás sufriendo. Aguarda.
Los ojos del pintor han cambiado.
Acaban de nacer. Han recibido
de la mañana un luminoso rayo.
Cierra los tuyos un momento. Espera.
Mi sombra no es oscura. La derramo,
sobre el azul del agua,
en verdes, lilas, amarillos albos,
partidos, en el ir de la corriente,
por mi tronco morado.
Me tiñe el cielo de su azul, yo al cielo,
de mis múltiples tonos lo contagio…
Abre los ojos… ¿No es así? Sonríe…
—¿Sonreír? Nada veo… ¿Qué has pintado?
¿Ésa es mi obra? Dime.
¿Dónde están los tres álamos?
Cielo, ramas y río, todo es uno.
Solamente colores y sobre un mismo espacio.
¿No estaré loco yo, no estaré loco?
Ciego y confuso, ¿no estaré soñando?
Pero… ¡Señor, parece que ya veo!
¿Será así? No es posible… Y sin embargo…
Los colores se juntan… Se separan…
Se vuelven a juntar… Todo parece claro…
¡Arre! ¡Camina! ¡Al trote! ¡Vamos pronto!
¿Será así? No es posible… Y sin embargo…
De El matador (Poemas escénicos) Rafael Alberti (1979. Barcelona: Editorial Seix Barral S.A.)
NO SUCUMBIR A LA LLUVIA, un poema del poeta japonés Kenji Miyazawa (宮沢 賢治 Miyazawa Kenji, Hanamaki, Prefectura de Iwate, Japón, 1896 - Hanamaki, Prefectura de Iwate, Japón, 1933)…:
NO SUCUMBIR A LA LLUVIA
No sucumbir a la lluvia
No sucumbir al viento
No sucumbir a la nieve ni al calor del estío
Tener un cuerpo firme y sano
sin avaricia ni codicia
Sonreír siempre tranquilo
Nunca tener ira
Comer cuatro tazas de arroz al día
y un poco de pasta de soya y legumbres.
No contar conmigo mismo
en ninguna ocasión
Observar atentamente y comprender
Además, no olvidar
A la sombra de una arboleda de pinos en el campo
vivir en una choza de cañas
Si al este hay un niño enfermo
ir a cuidarlo
Si al oeste hay una madre fatigada
ayudarle cargando las gavillas de arroz
Si al sur hay una persona moribunda
decirle que no tenga miedo
Si al norte hay dependencias y acusaciones
decirles que cesen de hacerlo porque no es interesante
Si se presenta la sequía tener lágrimas en los ojos
y caminar perplejo y preocupado bajo el verano frío
Ser llamado ‘títere imbécil’ por la gente
sin nunca ser alabado
ni molesto
Un hombre así
quisiera ser
Yo.
Yo.
De Antología de la Poesía Moderna del Japón, 1868-1945 (México: Universidad Nacional Autónoma de México. Material de Lectura. Serie Poesía Moderna 77. Departamento de Humanidades. Dirección General de Difusión Cultural. Selección, traducción, presentación y notas de Atsuko Tanabe. En la redacción de las traducciones intervinieron: Oscar Zorrilla, Armando Partida, Héctor Valdés y Sergio Mondragón.)