Domingo de Moebius
Cuando es martes,
a veces piensa que es
domingo. Cuando es
domingo, siempre lo sabe.
Cuando es miércoles,
a veces cree que es
domingo. El jueves,
también. El viernes,
en cambio, siempre
tiene algo de viernes,
un músculo que se mueve,
alguien que llama.
Llueve, llueve y cansa
el lunes.
En cualquiera de
esos días lo invade
un sentimiento especial,
sereno, cultivado.
Pone la silla cerca
de la ventana, mira,
se cruza de brazos
y deja pasar
el tiempo.
Tiene la cara como
colgada hacia dentro.
Es raro, pero así
descansa, mirando,
en silencio, de frente,
o haciendo girar lento
el cuello. Caminar y
pasar a la pieza
de al lado, o palpar
las llaves en el bolsillo
de atrás, lo van llevando
a la puerta de entrada,
y sale. Si no, recorre
a distintas horas y
con luces o sombras que
entran por la ventana
el largo corredor
del departamento.
A veces se tiende un rato
en la cama y mira,
deja pasar
el tiempo, pero
la cara le cambia,
sonríe. Algo lo habita,
esquivo, luminoso,
parejo, algo trata
de decir algo,
pero se queda
callado. A veces
deja que se le caigan
los párpados, acomoda
el cuerpo sobre
el colchón, duerme.
Cuando despierta, se
pregunta si será domingo.
Se levanta y pasa
al baño. Bosteza, de pronto
silba un tango sentimental.
A esa altura ya sabe que es jueves.
Lee un rato, no mucho. Prende
el aparato de TV, lo apaga,
ve una película en la computadora,
la cambia. Ve el principio
de una serie: “no”, se dice:
“otra trama nórdica con
tomas aéreas de drones
que achican los autos
en los amplios espacios helados”.
Apaga todo.
Se queda parado
en el corredor, sigue:le
llama la atención el tono
del techo. De pronto se da
cuenta: “es la parte de abajo
del jueves: no me di cuenta”.
Descubre que el tono lo hace
semejante al domingo. Avanza
y tiene que hacer equilibrios.
Camina cabeza abajo. Desemboca
en el martes. El color del techo
(ahora el suelo) lo tranquiliza.
No pasará ni siquiera cerca
del domingo. “Menos mal”,
piensa aliviado. Palpa
las llaves en el bolsillo
de atrás. Va a salir por
unas horas. Silba entre
dientes, automáticamente,
mientras pone el cuerpo
en movimiento.
De Elvio E. Gandolfo Tengo ganas de risas raquel/ Obra poética (2022.
Paraná: EDUNER, Editorial de la Universidad Nacional de Entre Ríos.
Prólogo: Roberto Appratto.Ilustraciones: Max Cachimba. (Aura(
Colección Contemporánea.)
No hay comentarios:
Publicar un comentario