CUALQUIER MOMENTO DE SEPTIEMBRE
Los árboles se marchitan como pieles curtidas
y el aire se hace más pesado con el peso que pierden.
La hoja que cae, taladro de columna barroca,
horada en la piedra un hoyo para las lágrimas de adiós de los
ruiseñores,
que pronto se negarán a beber el agua de los ahogados.
Todo es siete veces lugar que se derrumba
al desecarse la médula del espacio.
El huevo más ligero tiene su germen en el limbo
y sólo al hombre se le ofrecen los peldaños de la horca
o bien un corte dedálico a través de una nube…
SONRISAS
Hay muchas sonrisas.
Pero estoy pensando en la más difícil,
la sonrisa más simple.
Está profundamente incrustada, surcada en todos los sentidos
por la hoja de la espada del vendimiador del tiempo:
Es una sonrisa a la que falta sólo una arruga
para desenredarlo todo y estar a punto para el nombre de Dios
en su totalidad.
Una sonrisa así se queda en el rostro
un poco más que la alegría de donde procede…
o bien es la sonrisa la que precede a la alegría
y desaparece
dejando la cara toda para la alegría sola.
Puede que el tiempo nos preceda
y que con su vigencia corrosible
perturbe un poco todo aquello
que destruimos con ciego amor…
El rayo aplastado por el carro
fue un poco antes pisoteado por el caballo…
Pero puede que no.
De Vladimir Holan Avanzando (1982. Madrid: Editora Nacional/
Libros de Poesía. Presentación y Traducción de Clara Janés.)
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