domingo, 2 de febrero de 2020

Un domingo en Marilan y A las diez de la noche, dos poemas de Alba Roballo (Baltasar Brum, departamento de Artigas, 1909 - Montevideo, 3 de septiembre de 1996):

















Un domingo en Marilan

Me llamaste despacio ansioso, tierno
¿me tienes miedo ahora que soy nada?
quiero despedirme este domingo.

Fue el último nuestro, raramente solos.
Te sentí a lo largo de mi cuerpo.
Fue un abrazo terrible, triste, lúcido
de sombrías urgencias y desesperado.

Los dos en aquel lecho
sabiendo que era el fin
de los siniestros perros
que aúllan a la luna de la muerte
entraban en jauría a la alcoba
en una invisible ronda inacabable

Fue el último domingo de tu vida y mi vida
En la alta ventana, la tarde caía
en un ocaso de signos cabalísticos.


A las diez de la noche

De noche, tal vez a las diez, a las doce
la soledad recobra su cara de cadáver,
frente al solitario plato, como una luna, plana
el cubierto golpea su metal desolado.

Yo y mi sombra y mi hambre de amor y de manos
mi sed de palabras.

A las diez de la noche el reloj es tan nítido
que el corazón llora pausado sus mil tardes.

A las diez, a las doce, un silencio sin nada
nos dice tristemente de todos nuestros muertos
de una angustia tan honda de puñales y clavos
y de una desesperada necesidad de algo.

Pero el cuerpo está tibio y el teléfono calla
nadie dice el nombre que siempre nos nombraba
el amor, un amigo, aquel árbol, la calle,
un domingo, un regreso, una perdida carta.

Llamo a un número a ciegas, a un nombre
que no es nada.

Nadie está a las diez de la noche.


De Alba Raballo La casa de humo (1992. Buenos Aires: Libros de Tierra Firme. Colección de Poesía Todos Bailan)



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