(…)
Hay una luz perdida en
el manto de la noche, un farol sobre un banco a orillas del río. Alguien lee en
la semipenumbra de la madrugada, no importa qué. Allí está el melancólico rumor
del agua, los ruidos de la ciudad dormida, el fuego eléctrico de la luz
portuaria. El lector pasa las páginas y dice al aire su lectura. No hay manera
de saber si esas líneas no están produciendo una tempestad al otro lado del
mundo, o la caída de Constantinopla.
(…)
Leer. La soledad
incorruptible del niño que juega, y que aún no ha terminado de contarse las
historias que hacían vivir a sus juguetes.
(…)
En un mundo como el
nuestro leer no tiene ningún atractivo. Para pasar el tiempo hay cientos de
opciones más acabadas. ¿Para aprender? No tendría sentido tomarse tanto trabajo
para tan poca cosa. Hildergard Von Bingen decía que Dios no vivía en “cuerpos
sanos”; del mismo modo, la lectura tampoco los habita. Las personas sanas no
necesitan leer, sólo leen las personas dañadas, los locos, los enfermos.
(…)
Con el tiempo
suficiente cualquier lector encontrará en cualquier libro algo que lo conmueva.
(…)
La batalla
contemporánea del libro es resistirse a ser considerado un entretenimiento.
Leer es una ocupación, es el trabajo que el hombre hace sobre sí mismo. Leer no
es ocupar un tiempo ocioso, sino nunca tener un tiempo ocioso. Nihil agendo
homines male agüere disyunt. “No haciendo nada los hombres aprenden a obrar
mal” (Columelo).
(…)
El mundo depende de las
lecturas que elegimos.
(…)
—Leer hasta que ya no
haya luz.
—No, en la oscuridad
seguir leyendo.
(…)
La dicha: Enfrentarnos
a un texto complejo y sentir que, luego de varias relecturas, empezamos a
entender.
(…)
Aún cuando pueda
parecer agradable, la vida del lector es un infierno. Sabe que morirá
habiéndole faltado siempre una nueva lectura imprescindible.
(…)
No hay lectores
ancianos. Los lectores son, solamente, hombres que envejecen.
(…)
Cuando leemos adónde
vamos. No vamos, sino que algo viene hacia nosotros, como un barco iluminado en
medio de la noche.
(…)
Los ojos lectores
tienen su propia historia, ésa es la coartada que explica preferencias y
desprecios que no pueden esclarecerse de otro modo.
(…)
El mundo se purifica,
hay alguien leyendo.
(…)
Toda lectura es el
prólogo de la siguiente.
(…)
No es lo mismo tener
que no tener un libro, los lectores siempre tienen más libros de los que podrán
leer. Pero como dice Lucrecio: “Consuetudo concinnat amoren” (“El trato asiduo
produce el amor”). De eso estamos hablando, tratar con nuestros libros a
diario, verlos, tocarlos, hablarles, dejar que nos digan cosas al pasar.
(…)
Hablamos al mundo con
cada uno de nuestros actos, por más insignificantes y pequeños que parezcan.
Leer no es menos importante que descubrir la cura para una enfermedad mortal,
aunque los espíritus vulgares afirmen lo contrario.
(…)
Fracasar leyendo es lo
más probable; luego es aprender a insistir, una y otra vez.
(...)
Los lectores, como
quería Mauriac, se construyen y se destruyen a sí mismos.
(…)
Leer es abrir una
espera, una larga paciencia de lo que vendrá, aunque no sepamos qué.
(…)
Los lectores amarran su
destino al de sus lecturas y suspenden el ordinario sucederse de los días.
(…)
Al poeta Bo Juyi, de
todos los males de la vejez, el que le produce más pesar es el de ya no poder
leer los libros que se escriben con letra pequeña.
(…)
La letra en sí sólo
ocupa un espacio, su sentido sólo es referencial y está dado por la cercanía
con otras letras. Así también las palabras dependen de las otras palabras que
la acompañan y las oraciones se encabalgan en las siguientes, las frases
refieren a otras frases y los libros siempre se vinculan al resto de los
libros. ¿Y cuando nada llegue al espacio dado a la letra? Allí entonces la
lectura organizando el sentido.
(…)
La asociación de
lectores anónimos estará desarrollando sus reuniones los días sábados por la
mañana. El edificio cuenta con inmensas habitaciones repletas de bibliotecas
vacías, las cuales serán adjudicadas a cada uno de sus miembros al momento de
la inscripción. No es posible para los socios llenar ningún espacio de la
biblioteca puesta a su cuidado, ni siquiera una pequeña parte. Los lectores
buscan una falta, ausencias repetidas, fantasmas del espacio. Quieren llenar
todos los vacíos que muestra la existencia.
(…)
Ver leer a los ancianos
es ver a los niños que fueron, la misma ansiedad, los mismos gestos. Las
lecturas podrán ser otras, pero el hábito de la lectura no envejece, sigue
teniendo la misma seriedad que los juegos infantiles, la misma intensidad, el
mismo amor.
(…)
La primera noche que
Jonathan Harker se queda en el castillo del Conde, al que ha venido a visitar
en representación de la firma de abogados para la que trabaja, para ayudarlo a
resolver los pormenores de una compra de tierras en Londres, que haría la firma
en representación del Conde. Jonathan no puede dormir y se levanta y deambula
por el castillo. Encuentra la biblioteca y se queda allí admirándola, maravillado
de la cantidad de libros sobre Inglaterra que había. El Conde aparece y
Jonathan le confiesa que con tantos libros sobre Inglaterra no sabría cuánto
podría asesorarlo, pues con tantos libros es posible que fuese inservible su
ayuda. El Conde le explica que gracias a esos libros él había aprendido a
conocer Inglaterra, y por lo tanto a amarla “porque conocer es amar”. Esas
palabras pueden despertar a los lectores a otra vida, en donde el tiempo, lejos
de desgastar nuestros lazos, por el contrario, los profundiza y los hace más
resistentes.
(…)
Sucede a veces ante los
libros, antes de leerlos, antes de tocarlos incluso, sólo para quien esté ávido
de ellos, un anudarse de los sentidos, una expectación, una inmovilidad de
plenitud. Como cuando en la orilla nos quedamos mirando el mar, y al rato
comenzamos a sentir el sabor de la sal llenándonos la boca.
(…)
No existe el olvido,
sólo el silencio. El silencio no es ausencia, por eso en la música se escribe.
Los pasillos de una biblioteca son como partituras sólo de silencios. Una
presencia organizada y administrada en el tiempo y el espacio.
(…)
Consciente de sus
progresivos problemas de visión, Huxley aprendió braile para poder seguir
leyendo si en el futuro sus problemas se agravaban y perdía la vista. Una de
las felicidades de este nuevo aprendizaje fue la posibilidad, hasta entonces
negada, de leer en la oscuridad.
(…)
En los libros resuena
el eco del eco de todos los ecos del mundo. Leer es ansiar ser alcanzados por
ese eco, para que resuene en nosotros, y propagarlo y prolongarlo, e irnos
nosotros en él.
(…)
2007. Berna. Funeral de
Hanni Marti-Morgenthaler. Su marido, el escritor y párroco Kurt
Marti-Morgenthaler ofició la misa. Treinta y ocho años antes Kurt había escrito
un poemario de oraciones fúnebres. En el servicio a su esposa usó uno de
aquellos poemas: “Ojos, aún tenemos ojos / usad los vuestros / y dad gracias a
Dios / porque aún podéis ver”. Hanni amaba los libros y tenía con la lectura un
compromiso profundo y verdadero. En la misa Kurt cambió la última palabra del
último verso del poema, sustituyó sahar (ver) por lesen (leer) convencido de
que Hanni estaría encantada con ese cambio. “Ojos, aún tenemos ojos / usad los
vuestros / y dad gracias a Dios / porque aún podéis leer”.
(…)
Cartier-Bresson en una
entrevista con Sheyla Turner en 1973 hablando de la agencia Magnum y de su
relación con Robert Capa y con David Seymour, dice que las cosas entre ellos no
eran fáciles “los tres éramos totalmente distintos. No leíamos los mismos
libros”.
(…)
Toda carencia nos vuelve
desdichados. El hambre, la soledad y la tristeza son las formas con que el
mundo de hiperconsumo que hemos construido diseña para esa carencia, y que con
la promesa de satisfacerla consigue constantemente reconectarnos a él. La
lectura, como tiene que ver con la comunión con ese otro detrás del texto,
tiene entonces que ver con la dicha, y por lo tanto está absolutamente reñida
con ese mundo que necesita que necesitemos. ¿Qué pueden ofrecernos a los
lectores, salvo los libros?
(…)
De Diego Alonso Lectores
(2019. Buenos Aires: La Máquina del Tiempo.)
¡Muchas gracias, hacedor de Lectores, Diego Rodrigo Alonso!
FNDB, lector.
:)
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