martes, 28 de abril de 2020

Unas anotaciones del poeta, ensayista y diplomático griego -Premio Nobel de Literatura en 1963- Yorgo Seferis (1900, Esmirna, Turquía -1971, Atenas, Grecia) en su diario correspondientes al día 28 de abril de 1932:

















Jueves Santo, 28 de abril

     Diagnóstico provisional: crisis de conciencia (escribo para aclararme):
      La semana pasada una súbita fe resplandeció en mi mente y vi con claridad formarse y cuajar en torno a ella un universo. Al día siguiente (estoy simplificando) sobrevino una serenidad virginal que hizo caer todos mis sustentos, internos y externos. El tercer día un irresistible deseo de irme –a cualquier parte-; de quemarme al sol, consumirme, dejar de pensar. Ahora, escribiendo, surgen las palabras por si solas de mi pluma: encontrar de nuevo la dulzura del pan negro.

     Intento retroceder aún más. Una tarde de invierno; paseando a la orilla del río. De repente comprendí asustado que no tenía sentimientos. El color del cielo, las aguas turbias, el ruido de los vehículos, aquella mujer de labios vivos…no despertaban nada en mí. Veía nítidamente que sensaciones podría tener. Podía describirlas a la perfección, expresarlas y emocionar: actividad cerebral; la persona, ausente. Recuerdo ese mismo estado de ausencia en otras ocasiones; en aquel burdel, p.ej., al que me había visto forzado de acompañar –cuestión de solidaridad- a un amigo. Cuando se desnudó la muchacha, lo único que se me ocurrió decir fue: “Mademoiselle, qu’est-ce que vous pensez de Monsieur Mallarmé?” Respondió como si hubiera recibido una bofetada: “Eh, dites donc, vous êtes venu ici pour vous foutre de moi?” Luego, en el frío de la noche, me sentí tremendamente grosero.
     Andaba buscando al ausente. Pasé por momentos de gran entusiasmo y fuerza, de los que acababa saliendo como un perro apaleado. Ahora ya no sé. Médicamente me podría decir alguien que se trata de actitudes biológicas; si me pudiera convencer sería un gran alivio. Lo que sé es que mi yo no puede dividirse; mis juicios intelectuales lo son igualmente corporales, y viceversa. Constituyo un todo y de ese todo tomo los materiales de mi trabajo, que son del mismo modo indivisibles.


De Yorgos Seferis Días 1925-1968 (1997. Madrid: Alianza Editorial. Selección, traducción y notas: Vicente Fernández González.)



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