viernes, 31 de diciembre de 2010

Muy feliz 2011, salud! A continuación, tipearé contra reloj (¡las 21:48 ya y aún no salí...!) un poema del enorme poeta Carlos Drummond de Andrade

extraído del libro El poder ultrajoven ( 1978. Buenos Aires: Editorial Sudamericana. Versión de Estela Dos Santos)















Tres regalos de fin de año

I

Querida, te mando
una tortuguita de presente
y principalmente de futuro
pues vivirá una riqueza de años
y cuando yo haya tomado la estigia barca
rumbo al país oscuro
ella te me recordará en el piso del cuarto
y en su lengua te dirá
que el tiempo, el tiempo es una simple arruga
en el caparazón, no en el hondo amor.


II

Ni corbeilles ni
letras de cambio
ni rondós ni
auto 69
ni festivales
en la isla de los amores
no esperes de mí
terrestres primores.
Te doy la seña para
el don imperceptible
que no viene del prójimo
ni se guarda en cofre
no pesa, no pasa
ni siquiera tiene nombre.
Invéntalo, si puedes
con fervor y gracia.


III

Siempre fue difícil
ah qué difícil es elegir
un par de zapatos, un perfume.
Pero ahora, amor, es imposible.
El mal gusto
y el bueno se casaron, ¡cataplum!
¿Te parece realmente lindo ese charol color zapallo
o tienes miedo de decir que da miedo?
¿Y aquel cuadro (objeto)? ¿Aquellos pantalones?
¿Aquella poesía? ¿Eh? ¿Qué? No oigo
tu voz entre altoparlantes, no distingo
ninguna voz en los sonidos vociferantes...
Disculpa, amor, si mi regalo
es medio loco o bobo
y superado:
unos labios en silencio
(la música mental)
y unos ojos en retiro
(el paisaje infinito).



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